“Mi marido sólo me pega lo normal”.-Esta estremecedora frase ya forma parte de los anales de la historia judicial –declaración de una mujer maltratada-, terrible testimonio de una sociedad que se dice desarrollada. Ya no hay día en el que no se nos amargue el desayuno (y la comida y la cena) con el terrible relato de alguna violación, de algún asesinato de una mujer por parte de un hombre -sea éste su pareja o no.
Como desgraciadamente somos hijos de la cultura de “más vale una bofetada a tiempo” dirigida hacia los hijos díscolos o simplemente inconformes con ciertas tiranías familiares, los que la recibimos en su día –la bofetada o bofetadas- quizás hayamos podido creer que era extensible al resto de los humanos: cónyuge, hijos, amigos y conocidos. Porque la verdad es que la gente se pega mucho. ¿Digo una barbaridad…? No. Rotundamente, no. Lo que ocurre es que, como está mal visto eso se calla, se hace de puertas para adentro. No verás tú a una madre o a un padre dándole un soplamocos al hijo en el parque, pero sí que lo pueden hacer en su casa. Y si no, pregunta. Igual te contestan, igual no.
Algunas religiones supeditan claramente a la mujer a la férula del hombre; de hecho, dejan en manos de éste “educar” a la mujer y si es con el palo qué le vamos a hacer. Ellas lo aceptan porque no les queda otra.
En esta sociedad occidental no son pocas las esposas que le dan una buena bofetada al marido cuando se ponen “de los nervios”. Ellos se la comen con tal de que la afrenta no sea pública. Luego dicen que “manos blancas no ofenden” y así salvan la hombría. O la devuelven multiplicada, que también ocurre.
Bendito fútbol que hace que se canalice la agresividad contenida; y los conductores (y conductoras) de primera hora de la mañana que vociferan, insultan, sacan el dedo medio enhiesto, esos que abren la boca como en un cuadro de Bacon, esos que daría miedo encontrárselos en la cocina al volver a casa.
Al final es lo de siempre: “no existen opresores sino oprimidos”. Lo que ocurre es que, si te toca jugar en el equipo perdedor, pues eso, pierdes.
Asco de mundo.
Felices los felices, malgré tout.
LaAlquimista
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