"¿El que venga atrás, que arree...?" | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

“¿El que venga atrás, que arree…?”

 Vivimos momentos históricos. Sí, ya sé que es una perogrullada, pero tengo que empezar por ahí para explicarme lo que quiero decir, lo que barrunto desde hace unos días, concretamente desde que el chavalín ése que jugaba con una escopeta se hizo daño sin querer, “cosas de niños, ya se sabe”, mientras su padre le miraba con ojos arrobados y se colocaba bien el foulard. Luego vino el abuelo –como en los mejores tiempos de Manolo Vázquez- a tropezarse en la sabana africana y romperse la cadera en el transcurso de un safari organizado por una princesa de nombre imposible y modelo barbie. Y si los españolitos de a pie nos hemos enterado de estos percances ha sido porque los protagonistas se han visto obligados a ingresar en centros hospitalarios españoles. Que si no, ni eso.

La información es poder. El cuarto poder le llaman a la prensa. Y gracias a ella se decide qué debe ser puesto en conocimiento de los ciudadanos y qué debe ser ocultado convenientemente. Porque, para quien no lo sepa, desde el accidente real hasta que salta la noticia a los medios transcurrieron treinta y seis horas, las necesarias para hacer el equipaje y volver a fletar el jet privado en que viajaba el Rey con un grupo de empresarios amiguetes de vuelta al suelo patrio.

Vivimos momentos históricos, claro que sí. Al igual que todos los seres humanos desde que el mundo es mundo; sólo que antes no lo sabían y ahora sí. Ahora no tendremos excusa alguna cuando llegue el futuro y nuestros hijos y nuestros nietos nos miren a los ojos y nos pregunten: “pero todo aquello que pasó… ¿no lo sabía todo el mundo?” Y habrá que decir que sí, que vaya que si lo sabíamos, pero que fuimos lo suficientemente cobardes o demasiado poco inteligentes como para hacer algo que pudiera salvarnos.

A veces escucho frases terribles en mi propio círculo. Del tipo, “total, a nuestra edad, ya lo que nos queda es vivir lo mejor posible la jubilación y poco más”. Que es lo mismo que decir: “el que venga atrás, que arree”. Como si no fuera nuestra también la responsabilidad de aceptar calladamente –o simplemente protestando en la barra del bar o en la sobremesa familiar- los tiempos “históricos” que nos está tocando vivir.

Mis abuelos vivieron faltos de información. Y la que recibían estaba manipulada, censurada y amputada. O lo que es peor, magnificada, inventada, exagerada. Y es comprensible, puesto que no tenían “medios” para acceder a la secuencia real de los acontecimientos. Pero nosotros… que podemos saberlo “casi” todo gracias a la tecnología… ¿cómo podemos hacer como si la cosa no fuera con nosotros?

Ya no existe ningún Luis Cesar Amadori que se atreva a filmar una película falsa y mentirosa como “¿Dónde vas Alfonso XII?” que vieron nuestros padres y abuelos creyendo a pies juntillas las mentiras históricas que se pusieron en boca de los personajes. Ya cerró la editorial que publicaba los libros de Historia de nuestro bachillerato ocultando, falseando y modificando al antojo de quien movía los hilos, una Historia de España cuyos protagonistas (Reyes y políticos) no fueron representados más que desde la mentira y el interés (de quien escribía la Historia).

Y precisamente, como vivimos “estos” momentos históricos, quizás sea menester que los que ya no tenemos “el futuro por delante” recopilemos las anécdotas desgraciadas que estamos viendo día sí y día también, para relatárselas a nuestros nietos (y reir por no llorar) cuando nos pidan que les contemos un cuento antes de ir a dormir.

Que aunque comparsas sin estipendio, también somos los de a pie protagonistas de este peliculón que nos están obligando a visionar para estremecimiento de nuestro corazón y martirio de nuestras neuronas.

En fin.

LaAlquimista

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 * Elefante en plena carga” Jean Martin.

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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