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Cecilia Casado

A partir de los 50

El último reducto de libertad

 

Siglo XXI, año 2012 del calendario gregoriano, año 5772 del calendario hebrero, año 1433 del calendario musulmán. Treinta de Junio – seis días después del solsticio de verano en el hemisferio Norte. En un pueblecito de la costa del mar Mediterráneo, donde empieza a haber más aves migratorias que gaviotas anidando, en un alba silencioso, húmedo y casi frío, buscando entre lo que bulle en mi corazón, tomo conciencia de que estoy viviendo el último reducto de libertad de Occidente.

 Hasta hace poco, aquí al lado, mis paisanos quemaban vivas a las personas que tenían ideas transgresoras. Ahora mismo, un poco más lejos, medio mundo sigue condenando y matando a sus semejantes que se permiten tener ideas transgresoras. De hecho, el país más poblado del mundo, adolece de las mínimas libertades necesarias para el mantenimiento de la dignidad humana. De hecho, el país más rico del mundo sigue manteniendo en su Constitución derechos y libertades que, previo pago y cuando le conviene, se salta a la torera.

 La Edad Media no terminó cuando marcan las enciclopedias –virtuales o de papel- con la toma de Constantinopla allá por el 1453 o como otros quieren apuntar (más acertadamente) en 1789 con la Revolución Francesa. La Edad Media de oscurantismo, estancamiento de la cultura y el desarrollo de las Humanidades y la implantación de las libertades inherentes al ser humano, sigue más que vigente a día de hoy entre nosotros.

 Quizás, en el pequeño pueblecito en el que ahora habito circunstancialmente, no se hayan dado cuenta todavía porque creen (y sienten) muy acertadamente por cierto, que es este un país donde se puede “elegir con libertad” expresar una opinión (de entre las dos o tres homologadas), comprar lo que uno quiera sin más restricción que tener el dinero para ello o llenarse de hijos sin que ningún gobierno le venga a decir que no puede. Incluso se pueden hacer cosas que, en otros países ahora mismo y en otras épocas en éste, hubieran conducido al ciudadano al “paredón” de la muerte. Como la homosexualidad, el divorcio, el adulterio, el aborto, el pensamiento disímil del oficial o la dejación de la práctica religiosa.

 Bonitas palabras para unos logros aparentes. Y digo esto porque la realidad es “otra cosa”. La realidad. ¿Qué es la realidad? ¿Lo que ocurre realmente o lo que a nosotros nos dejan saber que ocurre? Sutil diferencia… ¿a que sí?

País de libertades democráticas, le llaman, al nuestro. Mmmm… bueno, pues depende. ¿De qué depende? Depende de quien esté al mando de los hilos, depende del humor del que está al mando de los hilos, depende de lo que le dicen que tiene que hacer al que está al mando de los hilos…

 El último (y casi único) reducto de libertad, ya no es nuestra mente, o nuestro espíritu, donde podemos volar con alas magníficas en pos de LA VERDAD. (Pero… ¿qué verdad? ¿La tuya, la mía, la de ellos…?)

Hoy en día el único (o casi) reducto de libertad que nos queda es el santuario de la diosa INTERNET. (En femenino porque es una red)

Gracias a Internet el sabio puede compartir su sabiduría, la persona inteligente cotejar sus modelos, el estúpido airear sus miserias y el cretino dar la vara. Y si te montas un blog, ya ni te cuento. (Aquí entra la figura del troll que menoscaba el protagonismo del propietario del blog y confunde, enreda y hastía a los participantes por simple aburrimiento existencial propio)

 Hasta aquí quería yo llegar: hasta el portal mágico bloguero que nos permite expresar con libertad nuestros pensamientos, sueños, deseos, frustraciones, miserias. La ventana abierta al mundo por donde pueden echar a volar ilusiones y esperanzas. La puerta por la que pueden entrar la envidia, la estulticia y la maledicencia. Es una gran casa abierta a todos los aires que quieran soplar, bien en forma de brisa, bien como un huracán arrasador.

 El último reducto de libertad que les queda a quienes tienen algo que decir, aunque sean tonterías manifiestas, aunque se trate de barbaridades contra la humanidad, es el internet que no está controlado por los medios de comunicación. En éste, como nadie debería negarse a creer, se sigue ejerciendo la censura, siguen estando a la orden del día los prejuicios, se practica el amiguismo y se condena al diferente. Internet tan sólo es libre para los blogueros que escriben lo que les da la gana a la sombra de un blog libre. Un blog como un gran árbol que cobija a listos y a tontos, a buenos y a mediocres, un árbol que deja que sus raíces estén al aire y, respetadas o pisoteadas, conformen el último reducto de libertad que le queda al ser humano para expresarse. El blog es el árbol, pero quien decide los frutos que tiene que dar es quien le ha prestado la tierra para crecer.

 Seguimos siendo burdas marionetas de la edad media que creemos vivir en un paraíso de libertades que no son más que un espejismo.

A las pruebas me remito. Mañana, otra vez, fútbol.

 En fin.

 LaAlquimista

Foto: Amanda Arruti

 Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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