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Cecilia Casado

A partir de los 50

Vandalismo gratuito

 

Cuando la vida te llena de rabia, lo habitual suele ser emprenderla a patadas con un bote que encuentres en la calle. Esa era la escena de desahogo por antonomasia que vimos reflejada en los tebeos de nuestra niñez, eso es lo que aprendimos. Luego, unas cuantas decepciones más tarde, supimos que la rabia acumulada también se podía desfogar de otras maneras. Por ejemplo, cogiendo un fusil y cometiendo una masacre. De hecho, a fuerza de ver violencia, de convivir de alguna manera con la violencia –y no entro en detalles porque no van por ahí los tiros ¿?- ¿no habremos desarrollado una tendencia a considerarla como algo consustancial a nuestra naturaleza? Elucubraciones filosóficas aparte, lo que voy a contar es ejemplo claro de que algo no funciona bien en la mente de algunas personas.

En casa se pedalea bastante. Por comodidad y por sentido ecológico del asunto, el coche se queda aparcado para lo verdaderamente importante: el trabajo y los viajes. En el día a día utilizamos las piernas; bien para caminar, bien para pedalear. Y además, como tenemos la suerte de que justo debajo de casa el Ayuntamiento colocó –no sin haber tenido que insistir los vecinos- unas barras metálicas para candar las bicicletas, pues algunos las dejamos ahí, en la calle, renovando su posición día a día para que nadie se piense que están abandonadas.

Pero ayer por la mañana hubo sorpresita. La rueda trasera de la bici de mi hija, rajada limpiamente. ¡Vaya por dios! ¡Qué mala suerte que nos ha tocado al subnormal de turno haciendo la gracia! Pero observando la jugada, descubrimos que TODAS las bicicletas aparcadas estaban en iguales condiciones. Es decir, alguien se tomó la molestia de ir rompiendo y estropeando cada una de las unidades.

 A ver; que roben una bici yo lo entiendo. Hay mucha gente que necesita dinero y, si la venden por 20€, bueno pues la necesidad es la necesidad y todos somos solidarios… Pero romper porque sí, eso no lo entiendo bien y me incita a la reflexión. El vandalismo puro y duro no tiene más fin último que expulsar la rabia interior. Rabia que estará originada por diversos factores, individuales o colectivos. Rabia de no tener trabajo, rabia de no tener quien te quiera, rabia de no tener bicicleta…

 Y entonces agarras un cuchillo o destornillador y la emprendes –supongo que con nocturnidad y mucha alevosía- con los tubulares de las bicis que hay en el aparcamiento. ¡Qué satisfacción del deber cumplido cuando compruebas que te las has cargado todas! Entonces, supongo, que los cretinos de turno (estas acciones se realizan en grupito, ya lo sabemos todos, para ver quien es más guay) sienten que su ego está bien alimentado por el día de hoy y ya pueden irse con la música a otra parte. Satisfechos de haber puesto los puntos sobre las íes.

 Comentando la jugada con mi hija, apostilla que “probablemente” quienes han cometido esta pequeña tropelía “son poco donostiarras”. Y yo le digo… ¿por qué estás tan segura de ello? Lo más fácil es pensar que “ciertas cosas” las hacen…otros.

O no. Las hacen personas que no son ciudadanos, las hacen humanos que se van deshumanizando, las hacen hombres y mujeres que… están llenos de rabia por dentro. Y no hay vacuna contra ello.

En fin. 

LaAlquimista

 Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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