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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Carnet de Voyage” Sevilla (II) La Plaza de España

Hoy va a hacer mucho más calor que ayer -nos avisan los agoreros- así que mejor “acogerse a sagrado” y buscar la sombra dentro de lo posible, que no es tanto si decidimos visitar el Monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas, donde también habita -en perfecta armonía- el CAAC (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo). Mi hija es artista y yo voy-en cuestión de arte al menos- donde ella diga sin cuestionarlo apenas. La luz inmensa reflejándose sobre el Guadalquivir nos deslumbra tanto como las paredes de las inmensas chimeneas de la fábrica de cerámica que otrora fuera el Monasterio.

Pasado y presente, sala capitular y abstracciones pictóricas, forman un conjunto que comparte palmeras, luz y calor.

La isla de la Cartuja era rica en unas tierras de arcilla que los alfareros extraían para la confección de sus azulejos y cacharros. Según la tradición, en una de las cuevas fue hallada una imagen de la Virgen y construyeron una ermita. Para atender a los peregrinos y devotos se contruyó el monasterio cartujo en 1400. Pero con la desamortización de 1835 el conjunto pasó a ser propiedad del empresario británico Charles Pickman que lo convirtió en una fábrica de cerámica de fama internacional. Con motivo de la Exposición Universal de 1992 se restauró el conjunto y quedó dedicado a usos culturales para nuestro disfrute…

El río. El Guadalquivir de poemas y dramas ofrece un paseo por la sombra para el que hay que recabar fuerzas con un café fuerte y helado, en una de esas terracitas donde instalan aspersores de vapor de agua para refrescar el cutis y encrespar los cabellos. No podemos evitar notar el contraste entre los calefactores de las terrazas del norte y los “enfriadores” de las terrazas del sur.

Con la Maestranza enfrente y la Torre del Oro -que nunca guardó tal metal sino que su azulejería dorada reflejaba la luz en un efecto óptico extraordinario- a un lado, la estampa no carece de un tipismo de tarjeta postal. Muchos autos aparcan un momento de mala manera para que sus ocupantes saquen una foto del famoso coso taurino; también en Donostia, siempre hay alguien en la puerta del estadio de Anoeta fotografiándose con el “templo de sus dioses” como fondo. No me deja indiferente la reflexión que nos acompaña durante un rato en nuestro paseo.

Cuando el sol comienza a dar signos de debilidad es el mejor momento para caminar hacia otro de los lugares emblemáticos de la ciudad: la Plaza de España. El paseo bordea el más que famoso hotel Alfonso XIII, de estilo  neomudéjar construido para la Exposición Iberoamericana de 1929,  donde los turistas de verdad se hacen fotografiar frente a la puerta de entrada, como si de una de sus suites estuvieran saliendo. Uno de mis trucos infalibles en grandes (y pequeñas) ciudades es, cuando voy de turista, NUNCA vestir de turista sino como todos los días, es decir, no disfrazada. De esa forma -y con paso decidido- queda siempre expedito el acceso a grandes hoteles, por lo menos para llegar hasta el oasis del lounge-bar, deleitarse con un bloodymary y acceder a los lujosos aseos.

El impresionante edificio de la Real Fábrica de Tabacos, con el que topamos en nuestro recorrido -hoy Rectorado de la Universidad- permite visitas guiadas de lunes a jueves a las 11,00h, -queda en reserva el plan para otro día. De momento, me contento con canturrear la música de Bizet e imaginar a las cigarreras bailando con polvillo de tabaco en los ojos y en los pies.

Los pasos -ya  algo polvorientos- nos dejan al pie de la Plaza de España, donde el canal circundante surcado por cansinas barquichuelas remedan un pasado esplendoroso. Construida también para la Exposición, la plaza coquetea con el frescor del parque de Maria Luisa, ofreciendo ladrillo visto, palomas, calor plúmbeo y arquitectura regionalista a cambio de los paseos silenciosos y arbolados del parque excelso de la ciudad. Es visita de obligado cumplimiento aunque no forme parte de mi imaginario particular.

Si lo es el Casino de la Exposición, que alberga ahora una muestra sobre el inigualable Miguel de Molina, “Arte y provocación”, dios absoluto de la copla, además de ser uno de los escenarios de la Bienal de Flamenco que termina este mes y para la que no hemos podido encontrar ni una mísera entrada disponible, que bien que nos hubiera gustado poder asistir a alguno de los espectáculos programados.

Los Jardines de Murillo nos llevan en el último paseo del día -ya con las piernas hechas fosfatina- hasta los aledaños de Santa Cruz. Un respiro de cerveza con un plato de jamón nos empujan hasta la calle Mármoles donde se inaugura hoy la muestra “Contraespejo-s” de Luis Gordillo. Un rato entre cuadros y pintores que es el digno colofón de una jornada llena de arte, luz, belleza.

De vuelta a casa, aún nos demoramos un rato más delante de unas tapas y unas cruzcampo; tan sólo son las 10 de la noche, la ciudad comienza a bullir mientras los turistas duermen en los hoteles. Retirados los extraños, los de casa recuperan su territorio… hay un barcito en la esquina de la Plaza del Museo que nos hace guiños todavía. Pero mañana será otro día.

Mi padre vivió en Sevilla en su primera época laboral -soltero todavía- y cada vez que rememoraba la época que le tocó vivir lo hacía con una nostalgia indefinida -o que yo no sabía definir- de recoletos espacios que buscaba para sus lecturas, paseos a la caída de la tarde por el Parque y noches en vela por culpa del calor o de sus sueños de juventud. De origen malagueño por vía materna, me regaló su chispa, la gracia de sus bromas del sur y una afición al calor que me permite encontrarme a gusto en esta tierra. Por él aprendí a amar Sevilla antes de pisar sus calles por primera vez…

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

laalquimista99@hotmail.com

Fotos: Cecilia Casado

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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