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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Carnet de Voyage” El Algarve. Portugal

 

Abandonamos Huelva de buena mañana con la intención de aprovechar el día visitando un par de sitios de interés en El Algarve y llegar a Lisboa a una hora en la que todavía nos den de cenar. Nuestra primera parada es Sagres, en el Cabo de San Vicente, lugar mítico de surferos por ser punto septentrional y lleno de viento donde los haya.

Sus acantilados, a los que cualquiera puede asomarse sin barrera protectora alguna, me dan escalofríos. No me arrimo apenas, por si se mueve alguna piedra a destiempo…

Dicen que los arriesgados practicantes del deporte que consiste en bailar con las olas y el viento suelen hacer rappel, tablas a la espalda, por estas paredes verticales, para llegar a los puntos donde la rompiente es exactamente la que ellos desean.

En el Faro de “casi” el fin del mundo, donde venden ropa andina de lana y abrigo, es uso y costumbre comprar algo en el mercadillo de los hippies, dicen que trae buena suerte, así que a la espera de que me devuelvan a “conejito viajero”, he adoptado a “ranita viajera” que llenará de colorido mis viajes.

Nos acercamos a la pequeña localidad de Vila do Bispo, para comer -por indicación expresa de un conocedor del lugar- en “A tasca de Careca” donde -por haberlo olvidado, tantos años ha del último viaje a Portugal- metemos la pata y pedimos raciones enteras en vez de medias raciones. Aseguro que he comido la mejor sopa de pescado de los últimos años y unos chipirones rellenos de arroz y jamón en su propia salsa, que me dejaron “vista para sentencia” durante muchas horas. (Vamos, que luego me salté la cena). No voy a descubrir a nadie que comer en Portugal es un placer al alcance de todos y me temo que no va a quedar otro remedio que disfrutarlo…

El descanso posterior a la comida -en ausencia de una siesta- lo llevamos a cabo en la vecina localidad de Lagos; en el club náutico, a la fresca de la sombra, el café y el güisqui intentan arreglar los excesos de la comida, mientras vemos mecerse los veleros en feliz compás con la vida que pasa, cada vez, más despacio, más lentamente.

En la mesa de al lado, una pareja joven, degusta sus bebidas absorta completamente cada uno en su aparato smartphone. !Igual es que estaban hablando enviándose wassapps! Comentamos la jugada de los diferentes medios de comunicación que utiliza el personal: nosotros éramos de la era telefónica y ahora hay quien se piensa que se puede comunicar con el prójimo (adulto) por e-mail. !Qué barbaridad, qué falta de respeto! Si alguien no es capaz de HABLARME para decirme algo…!qué poco interés tiene esa persona…en mí!. La generación de nuestros hijos empezó a declararse el amor a base de sm’s. Ahora lo hace con la aplicación mencionada más arriba. !qué desastre, qué retroceso! !quiero que alguien me escriba una carta manuscrita…!

Con la digestión a buen recaudo, tomamos una barquichuela a motor para dar un paseo por la costa circundante en la que abundan formaciones calcáreas únicas y espectaculares;

 calitas y recovecos fantasmagóricos, hermosos y mágicos al sol de la atardecida, formando figuras imaginadas y divertidas.

El agua nos salpica por el balanceo de la barca y las olas que forman otras embarcaciones de mayor calado, pero es una experiencia muy agradable que nos satisface y nos deja con el ánimo dispuesto para recorrer los 250 kms. que nos separan de Lisboa.

El paisaje se va diluyendo en la tarde/noche y es la hora santa para conducir en soledad por unas autopistas que se preparan para pasar la noche. Hablando de autopistas y de Portugal, como anécdota desconocida para mí, me cuentan del contencioso que tiene la Unión Europa con el país vecino porque esta zona de autopistas de El Algarve es de pago únicamente para los extranjeros; es decir, nos discriminan a los demás por pertenecer a la Unión Europea, !qué injusto!. Y entre que la denuncia toma forma y se cumplen los plazos reglamentarios llevan años embolsándose un dinerito a costa de los extranjeros (en su mayoría españoles) que atraviesan la zona.

Otro apunte visto en la autopista: los precios de los carburantes. Sustancialmente superiores a los de España (llega la gasolina a costar 1,80€). El I.V.A. es del 23% y los cafés cuestan como en las áreas de servicio de casa: mucho para lo poco que te dan.  Hasta donde sé, Portugal está todavía peor que España en estos momentos de incertidumbre económica, así que no sé qué nos vamos a encontrar en la capital de la República. De momento, el hotel reservado (un 4*) ofrece habitación doble con desayuno incluido por 62€ en la zona del Parque de las Naciones (reserva a través de Booking). Un chollo en toda regla de proporción calidad precio.

Pero mucho me temo que ya se acabaron los tiempos en los que los españolitos viajábamos por Portugal estirando el presupuesto porque estábamos en un país “pobre”. Ahora los pobres somos nosotros, así que habrá que mirar con lupa qué decimos y cómo nos comportamos.

La entrada por el puente 25 de Abril nos ofrece una vista impresionante de Lisboa; nos embarga la emoción y el cansancio. Mañana será otro día…

 

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

laalquimista99@hotmail.com

Foto: C. Casado (excepto Cabo S.Vicente y Puente)

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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