Hoy toca divertirse de la misma manera que otros días toca recogimiento. La rutina nos atenaza tantas veces sin que apenas tomemos conciencia que es bueno, un día cualquiera, tascar el freno y regalarse un poco de alegría despreocupada.

Hoy toca divertirse aunque sepamos que hay mucha gente que sufre; es la paradoja del ser humano, que por un lado nos rasgamos las vestiduras ante la injusticia –en propias carnes y en las ajenas- y luego pasamos página y nos juntamos con los amigos para reir y decir tonterías.

Porque si lleváramos cuenta exacta de todo el dolor que hay en el mundo, si conociéramos el censo meticuloso de los que no pueden comer todos los días, la conciencia estaría convulsa en todo momento y acabaría por suicidarse. (Sí, las conciencias también se suicidan cuando no aguantan más –y se echan a dormir cuando no les interesa el asunto).

Yo ya no quiero hablar de “la cosa” –como dice un amigo mío para referirse a la crisis; prefiero dejarla en stand by durante unas horas y salir a la calle a tomar el aire –o la lluvia- y juntarme con mis “pares” y hacer como si nos trasladáramos por unas horas al mundo piruleta donde estuvimos viviendo durante tantos años sin darnos apenas cuenta de lo que ocurría a nuestro alrededor y a nuestra costa.

Porque tenemos derecho, sí, también tenemos derecho a divertirnos sin ambages y sin remordimientos de conciencia; y gastarnos un dinerito en mover la economía de los bares y volver a casa con el paso cambiado y la sonrisa en su sitio. Podemos buscar cualquier excusa: celebrar que estamos vivos, celebrar que tenemos amigos, celebrar que la salud nos lo permite.

Es víspera de fiesta hoy; quizás no haya que madrugar mañana. Salgamos a la calle a disfrutar, con la pareja, con los amigos, con los hijos, con la familia. A tomar algo, al cine, a saludar a la ciudad sin prisas, a gastar en un bocata –y los que puedan al restaurante. Nosotros nos vamos de pintxo-pote.

Para equilibrar la balanza con todos los que están en estos momentos en casa agarrados a la “cartilla”, temiendo que les quiten un 2% de su vida mientras ellos mismos han hipotecado casi más del 50% en no saber disfrutarla. ¡Qué le vamos a hacer! Cada uno es como es y yo prefiero bailar al son de la orquesta del Titanic…mientras pueda.

La vie est belle!

LaAlquimista

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