Vivir cerca del cielo | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

Vivir cerca del cielo

 He venido a visitar a mis “amigas salvajes”, unas mujeres a las que yo llamo con ese apelativo cariñoso porque están fuera de “casi” toda norma social y su autenticidad es tan genuina que estar junto a ellas unos días es como si se me cayera la piel urbanita y reconociera a una mujer en mi interior de la que tan sólo  se ofrece un atisbo real cuando está rodeada de “personas normales y corrientes”. Aunque es más el placer que yo siento junto a ellas que los aires urbanos de los que está impregnada mi ropa y mi aliento. Pasar unos días en su casa “cerca del cielo” es un regalo inapreciable para mí; no solamente por lo que compartimos – amistad, charlas, paseos,tiempo cómplice, comiditas y comilonas, sino porque atravieso un umbral de paz y veracidad, de sincera honestidad al que a duras penas tengo acceso en mi vida cotidiana en la ciudad.

El ritmo vital es diferente. Al punto de la mañana ya estoy mirando por la ventana y saludando a los montes pintados de nubes que salpican la hierba de esa lluvia fina tan habitual en este rincón de nuestra geografía. Mi pequeño perro es el “ahijado” de la gran perra mezcla de pastor belga y collie y, como una pareja atípica y bien avenida, defienden el territorio de depredadores inventados cuando no sestean cada uno en la manta del otro, como diciendo: venga te dejo mi sitio y así guardarás mi olor y yo guardaré el tuyo para cuando nos separemos. Y la próxima vez será como si no hubiera pasado el tiempo; no habrá reproches ni cuentos viejos, tan sólo la alegría de volver a compartir.

De vez en cuando se escucha el ruido de un coche donde van cazadores a matar el tiempo y lo que pillen en la alta montaña. Hay pocos caminantes en estos senderos despojados del otoño ya y que, llenos de agua y de bosque, siguen su ciclo vital sin permitir que nadie venga a molestarles. En cualquier paseo hacia arriba o hacia abajo pasamos por encima de las huellas de animales salvajes, pero no los vemos porque es obvio que nos detectan como intrusos y corren a esconderse de nuestra respiración; son prudentes y desconfiados y están provistos de un instinto atávico que les ayuda a sobrevivir. Escapan de nuestra amabilidad, pero también de las escopetas de quienes vienen a matarlos con permiso de la autoridad.

Aquí no suenan los teléfonos móviles, parece como si al decir a mi gente que me aíslo del mundanal ruido, me respetan y no me llaman para pasar el tiempo preguntándome que qué tal; sé que están esperando a que vuelva y sea yo la que les diga con más sonrisas que palabras todo lo vivido.

Mi habitación es la más caliente del caserío ya que alberga el tiro de la chimenea de la planta baja; hasta bien entrada la noche el piso de madera sigue estando tibio y agradable y Elur bien que lo agradece y se estira para dormir como si hubiera regresado al útero materno. Suspira y creo que sueña porque emite ruiditos de contento y satisfacción, aunque también puede ser por la novedad de compartir dormitorio con su dueña…!esto es una fiesta para él!

Entre la posibilidad de pasar cinco días de asueto visitando museos rodeada de turistas, fotografiando postales mil veces repetidas entre la algarabía de la muchedumbre, he elegido venir hasta este lugar, mucho más cerca del cielo que cualquier ciudad moderna y deseada. Cualquiera puede hacerlo, no es un privilegio exclusivo de mi persona (aunque sí lo sea tener estas buenas amigas salvajes que me acogen con tanto cariño y dedicación).

¿No es acaso necesario para el espíritu, para la mente y para el cuerpo darles descanso de los afanes cotidianos? Un poco de aire limpio o de aire nuevo…Observo que, al igual que yo, hay muchísimas personas que “huyen” de su entorno, de sus compañeros, de sus familiares, de sus “amigos” incluso porque, sencillamente, no los soportan más y no saben cómo hacer para seguir aguantando, ahí, al pie del cañón.

Con estos malos tiempos que corren el ser humano, inducido, espoleado y sobre todo mediatizado por los mensajes que emiten los que mueven los hilos, se está convenciendo de que su situación de esclavitud, sometimiento y domesticación es NECESARIA. Y lo aceptan…!vaya que si lo aceptan!.

Ya poca gente se rebela y los que lo hacen son tratados como bichos raros por salirse de la norma, por ir contra corriente, por levantar la voz cuando todos los demás están temerosos y callados.

En este hermoso caserío, renovado con gusto exquisito,  lejos del mundo y cerca del cielo, habitan personas-humanas de categoría especial. Amadas y apreciadas en su entorno rural, generosas con las gentes y ubérrimas en dedicación al prójimo. Mis “amigas salvajes” son un ejemplo cotidiano de cómo sí se pueden hacer las cosas de otra manera.

El olor de un caldo que se cuece a fuego lento en la cocina llega hasta el salón donde tecleo mientras el fuego crepita en la chimenea. A través de los visillos antiguos de bordados románticos los montes perfilan el último color del otoño. En el estudio/gambara, el piano de la dueña de la casa desgrana su concierto vespertino, mientras que el espacio se comparte con vecinos y amigos que han venido a traer algo, a saludar, a compartir un trocito de vida.

El tiempo no está detenido; la vida tampoco. Todo lo contrario porque es una vida diferente donde no hay cabida para las malas vibraciones de las personas que no tienen otra cosa mejor que hacer que envidiarnos y colocar cepos en el camino para deleitarse con el dolor ajeno.

Para intentar ser buena persona hay que trabajar mucho. Porque la lucha no es únicamente con uno mismo sino que también hay que pelear con los venablos de los demás. Y hasta aquí no llegan… no pueden llegar.

Supongo que es lo que tiene estar un poquito más cerca del cielo…

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

laalquimista99@hotmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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