Por LaAlquimista.
La alquimia, además de lo que tenía de ciencia compleja que mezclaba física, química, medicina, astrología, semiótica, etc., también era una disciplina filosófica y como tal se la puede repescar (todavía) en este presente de altas tecnologías.
Porque eso es lo que nos hace falta a los que hemos saludado –con guiño cómplice o con sonrisa torcida- al centinela invisible que cuidaba la barrera de los cincuenta: filosofía. Filosofía para encarar la recta final que todos esperamos que sea larga, larguísima. Cuando cumplí cincuenta años hubo algún graciosillo bienintencionado que me dijo: “Bueno, ya has vivido la primera mitad de tu vida”. ¿Cien años? Dios mío, qué horror, sobre todo porque pensamos (sabemos) que a partir de un determinado momento –fatídico por otra parte- , un momento sin marcha atrás, el motor va a empezar a renquear seriamente y no hay, diga lo que diga la ciencia, piezas de repuesto que valgan. De eso se trata pues, de poner nuestra filosofía particular en la mesilla de noche y tirar p’adelante cruzando los dedos.
Una filosofía de la alquimia o una alquimia filosófica o simplemente un cuento chino, pero que nos sirva. Hay cosas que ya no puedo hacer. Pero lo terrible es que hay cosas que “creo” que no puedo hacer y las meto en el mismo cajón de las que sí puedo de forma que voy reduciendo mis posibilidades erróneamente. Creía que no podría hacer el Camino de Santiago, sola y andando. Y si bien no lo hice completo –que son más de 700 kms. desde Roncesvalles-, caminé en solitario, con la mochila a cuestas, durante 300 kilómetros, desde León hasta Santiago. Y la sorpresa fue encontrarme peregrinos, -y sobre todo peregrinas- con muchos años más a cuestas que yo. Bien. Pude hacerlo.
Me encuentro entre las personas que hemos creído honradamente que el precio de la libertad era la soledad. Con la alquimia/filosofía, en un pase mágico y elemental a la vez, he descubierto justo lo contrario, que el “precio” de la soledad es la libertad. La pregunta del millón es: ¿Cuánta gente esta en condiciones mentales de aceptar, a estas alturas, la idea de libertad?.
No, qué difícil ser libres, acaso mejor seguir atados a la noria que marca el largo y tedioso camino. Camino a ninguna parte, vuelta y vuelta a la misma realidad (matrimonio, trabajo, entorno social). Ahora puede ser un buen momento para soltarse, para desenganchar esa yunta por tantos años asumida y levantar la cabeza; sigue habiendo un horizonte.
Estuve haciendo mentalmente una lista de todo lo que puedo –y quiero- hacer todavía; y era tan larga que tuve que pasarme al papel para que no se me olvidara nada. Poco a poco tengo que ir confeccionando mi menú perfecto, con todos los ingredientes a mi alcance, para la nueva dieta “a partir de los 50”.
Para todos los bolsillos y para todos los estómagos.
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www.apartirdelos50.com)