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Cecilia Casado

A partir de los 50

Pensamiento positivo en bolsitas de té

 

Lo primero que hago por las mañanas, cuando pongo en marcha mis baterías físicas y el cuerpo se me despereza, es mantener la costumbre de prepararme una taza de té –en un británico mug– y degustarlo a sorbitos mientras voy repasando la prensa digital, sentada cómodamente en la cama, al calor confortable de saber que el invierno está al otro lado de la ventana. Veo amanecer de la peor forma posible inventada: concentrándome en todo lo negativo que hay en este mundo en vez de quedarme unos minutos en estado de meditación para reorganizar mi energía.

Es una mala costumbre que tengo que corregir –la de empaparme de noticias- y supongo que viene dada por mi idea de que, antes de ponerme a escribir lo que me surge de adentro tengo que ver “qué ha pasado en el mundo” por si se me ocurre explayarme sobre las mariposillas en el estómago y resulta que ha habido un cataclismo mundial; me sentiría ridícula conmigo misma en ese “mundo piruleta” del que me resisto a formar parte.

El té lo preparo como está mandado, utilizando un hervidor de agua y vertiéndola sobre la bolsita (Earl Grey con bergamota) y, como está ardiendo, voy sujetando la taza con ambas manos, quemándome de a poquitos creyendo que me las estoy calentando. Así voy leyendo y cambiando el buen humor producido por el descanso en una especie de gruñido interno que se acentúa cuando, absorta en las noticias, le pego un trago a la bebida y me abraso la boca y la garganta. Al cabo de media hora, ya me he abrasado también el ánimo y si me pongo a escribir el post diario sale lo que sale, un bodrio decepcionado (y decepcionante).

Esto no puede seguir así –me digo- tengo que buscar la forma de no amargarme el día desde primerísima hora de la mañana, como hacía antes, cuando trabajaba fichando a las 08.00 a.m. e iba al trabajo escuchando a Schubert o a Mozart en el coche, con el saborcito rico de las tostadas con aceite en el paladar y me sentaba en mi puesto de trabajo a trabajar –es decir, que no leía la prensa digital, ni tenía un blog, ni me iba a la máquina del café a comentar la jugada con los compañeros- y pasaba el día tan ricamente, trabajando en lo mío, y no me enteraba de lo que había pasado en el mundo hasta que volvía a casa y me relajaba para volverme a poner en tensión enterándome con ocho horas de retraso de lo que ahora me revuelve las tripas desde el punto de la mañana.

Esto no debe seguir así –me vuelvo a decir- y no encuentro más salida (de emergencia) que cambiar la fórmula para que el resultado sea diferente o siguiendo el sistema del sabio de Ulm: “si quieres resultados distintos no hagas siempre lo mismo”.

Hoy he hecho la prueba –“ésta” es la prueba- y he dejado que la infusión reposase cinco minutos antes de dar el primer trago al calor sabroso de este té negro mezclado con aceite de bergamota, -que es un cítrico en forma de pera resultado de un cruce de naranja de Sevilla (amarga) con limón-pera-.

En vez de abrir las páginas de la prensa, he abierto la persiana. En vez de dejar entrar a mis ojos las noticias decepcionantes y truculentas del día, ha entrado en mi habitación el aire fresco de la mañana con aroma del monte cercano.

He cerrado los ojos entonces, sintiendo entre mis manos el calor humeante de la taza de té y, sorbito a sorbito, me he deleitado el paladar y he dejado que mi cuerpo fuera recibiendo el líquido estimulante. Así durante un ratito corto.

Luego, sin solución de continuidad –esta frase me encanta aunque sea una especie de ripio- he abierto un documento de word y he comenzado a escribir lo que brotaba de mi interior. En cascada turbulenta o como grifo goteante es la disposición de ánimo con la que voy a enfrentar el día, pero con la diferencia –gran diferencia- de que las pautas anímicas las marco yo y no el desbarajuste mundial del mundo en el que me toca habitar.

Las terribles noticias llegarán a mis oídos a lo largo del día; quizás alguien las comente en la cola del colmado de la esquina o me llame una amiga y, entre una cosa y otra, me ponga al tanto del último asesinato, del último atentado, del último sospechoso, del penúltimo imputado. También me enteraré cuando revise la portada del periódico para ver si el Blog está en su sitio, pero tendré que sortear noticias de premios de cine, de ridículos desfiles de moda, de cotilleos insulsos o de gestas deportivas, no hay cuidado de que me afecte excepto que busque artículos de opinión o editoriales.

Pues eso, que un poquito de pensamiento positivo con la bolsita de té del desayuno. Eso no me lo quita nadie. Y las noticias truculentas que esperen.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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