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Cecilia Casado

A partir de los 50

La risa y el llanto van de la mano

 

Soy amiga de dar grandes paseos; a paso ligero o perdida en el ritmo lento de las ensoñaciones, disfruto del hecho de vivir en una ciudad perfectamente “paseable” para acallar la mente durante un par de horas dejando que el cuerpo busque su beneficio de aire y silencio. Tengo la costumbre de ponerme en las orejas esos pequeños adminículos que sirven tanto para escuchar música como para ir hablando por teléfono por la calle, para que parezca que vas hablando sola, -como antes decíamos que hacían los locos-, pero sin conectarlos a nada, tan sólo por el placer de aminorar el ruido circundante hasta dejarlo reducido a una sordina que acompaña al pensamiento errático.

Los días tristes de nubes grises me traen pensamientos del mismo color, debe ser por una especie de mimetismo emocional, no puedo evitarlo, y regreso a casa arrastrando el peso de la vida como si me lo hubiera tirado físicamente a la espalda. Nunca deja de haber tristezas a las que sujetar para que no lo invadan todo con su escarcha y tampoco faltan las pequeñas malas noticias cotidianas que hacen que se aceleren las ganas de volver al hogar y quedarme allí, un poco escondida, un poco alejada de lo que me disgusta o me hace daño.

El llanto surge un día reclamando su espacio, desbordando los diques que lo han contenido durante demasiadas madrugadas y es posible que no sea extraño dejarle pasar, no con una bienvenida alborozada y consentida sino como un mal necesario, un dolor que se nos inflinge para evitar un dolor mayor, como ocurre tanto en la vida que para curar una lumbalgia siempre hay un profesional dispuesto a rompernos de dolor la espalda durante unos minutos con la promesa de una calma posterior.

Llorar es humano y necesario. Llorar sentada en un banco, en lo más profundo del parque y bajo árboles desnudos es todavía más triste y patético. Por eso prefiero llorar en casa, en mi pequeña y confortable cueva donde nadie me ve y nadie me consuela. Es una “limpieza integral” que me permito de vez en cuando, no como una debilidad sino como un regalo de purificación.

Y en ello estaba cuando, ya calmada, conecté la memoria externa que tengo acoplada a la pantalla de un hueco del salón con películas, documentales, series, música y óperas que me regaló alguien que ya no me regala nada y paseé erráticamente por la masa de imágenes almacenadas, recalando sin mayor intención en “Sit”, una de las mejores obras del grupo Tricicle. Una hora y veinticuatro minutos estuve atada al sofá agitando convulsamente mi cuerpo por culpa de la maestría de tres señores que arrancaron de mis entrañas toda la risa que había estado aguardando su turno, pacientemente, detrás del llanto.

 

Una hora y veinticuatro minutos de sonrisa distendida, risa imposible de contener, lagrimeo absurdo –de nuevo lágrimas, pero éstas tan distintas- y carcajadas a mandíbula batiente que dejaban a mi perrillo más anonadado que el llanto que había contemplado impávido minutos atrás.

 

 

Pasó la medianoche y yo seguía rie ndo sin parar, vencido el golpe de sueño que provoca el llanto, parando de vez en cuando la grabación para buscar el pañuelo y secarme las lágrimas de la risa, prepararme un vaso de agua con unas gotas de limón para no ahogarme a palo seco, y dejar que otra emoción más invadiera mi ánimo, tomara posesión de mi cuerpo y me preparara para un descanso profundo digno de un bebé inocente.

Provoqué la tristeza y luego invité a la risa, busqué el antídoto para poder reflexionar esta mañana de viernes y contarlo aquí. Cosas mías, sin más.

 

Hoy hubieras cumplido sesenta y tres años.

En fin.

“Sit”. Grabación completa.

 https://www.youtube.com/watch?v=s03SeaLGjRE

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


marzo 2013
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