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Cecilia Casado

A partir de los 50

Motivos para vivir a partir de los cincuenta

 

¿Qué nos mueve en lo profundo a las personas que ya no cumpliremos cincuenta años? ¿Cuáles son los motivos para vivir en los que nos apoyamos? Bien es cierto que se dice que “cada persona es un mundo” pero dejando de lado la hipérbole podríamos sintetizar en unos pocos –y variopintos- grupos.

Sin orden ni concierto se me ocurren los siguientes:

Los que hacen las cosas como dios manda.- Este es el grupo con mayor número de integrantes, los que toda la vida han hecho las cosas como les enseñaron en su casa, “como Dios manda” y reproducen el esquema de: “aprendizaje, trabajo, familia, hipoteca, jubilación”. Mientras aprendían un oficio o estudiaban una carrera tenían como meta encontrar un trabajo (bueno). Cuando lo tuvieron buscaron a una chica o chico (bueno) y se casaron. Tuvieron hijos (la parejita a ser posible) y ya para entonces se habían comprado un piso hipotecando hasta las cejas de sus retoños. (Estos son a los que les convencieron sus padres de que pagar un alquiler era tirar el dinero y que por el mismo precio el piso sería suyo). Entre la firma de la hipoteca y la firma de la jubilación pasan unos años –decenios- en los que no se han podido enterar apenas de nada porque estaban muy ocupados. Luego se jubilan y no saben qué hacer con su vida porque están peor que al principio. Cansados, solos y sin un duro.

Los que tenían ideas propias sobre la vida.- Este es el grupo –mucho menos numeroso- que iba en principio en contra del grupo mayoritario. Es decir: si los padres querían que estudiaran, se pusieron a trabajar. Si les aconsejaron que trabajaran decidieron estudiar. Cuando todos se casaban ellos iban por libre y mientras sus amigos tenían hijos ellos viajaban por el mundo. No cotizaron a la Seguridad Social porque no creían en el sistema y hacían “chapucillas de lo suyo” aquí y allá para subsistir. Muchos tenían ideas propias sobre la vida y salieron adelante; algunos artistas que triunfaron, otros poetas que se alimentaban de la propia melancolía y la mayoría parásitos domésticos y consentidos que toda familia que se precie cuenta en su haber. Hoy en día buscan subvenciones sin que nadie se entere y siguen viviendo a salto de mata. La mayoría tiene encanto personal y siempre encuentran a alguien que les eche una mano o les mantenga. Suelen acabar cansados, solos y sin un duro.

Los listos que han sabido arrimar el ascua a su sardina.- Este grupo también tiene muchísimos afiliados. Son los que han sabido salir adelante e incluso triunfar a base de saltarse algunas normas morales y casi todas las legales posibles. Ahí se podrían englobar los profesionales que pagan sus impuestos por la ley del mínimo común múltiplo o declarando menos de la mitad de lo que verdaderamente ingresan. Los que tienen unos pocos empleados en un negocio pequeño y les pagan una miseria y les explotan aunque estén convencidos de todo lo contrario. Algunos negocios familiares que funcionan –y se enriquecen- a base de trabajar sin dar de alta a los miembros de la familia que trabajan en la Seguridad Social. Las consultas privadas de diferentes disciplinas que se escaquean todo lo que pueden (y pueden mucho) de la obligatoriedad de pagar impuestos: pequeños consultorios, pequeños centros de diversos aprendizajes, pequeños despachos y todo lo que aparentemente es “pequeño”, pero que a la hora de ingresar dinero el propietario es “grande”. Estos atraviesan la barrera de los cincuenta con los riñones más que bien cubiertos. Casi nunca están solos y el cansancio les importa muy poco. Estos son los que dicen “yo no tengo prisa por jubilarme”.

Por supuesto que podría describir y enunciar a unos cuantos grupos más, pero creo que en los tres anteriores se podría englobar a la mayoría de la población mayor de cincuenta años. Lo común a todos es que, cuando se llega a una edad que ya empieza a ser considerada socialmente como edad madura o avanzada, curiosamente, los individuos de cualquiera de los grupos sociales, tienden a reaccionar ante ese salto al vacío de parecida forma; es decir, cada grupo de similar manera.

Los que han hecho las cosas como Dios manda, se quedan tranquilos en su casa mirando alrededor como si el Espíritu Santo les tuviera que indicar qué hacer ahora con sus paralizadas –laboralmente- vidas. Y como no dice nada (el Espíritu Santo) se quedan sin saber qué hacer. Van y vienen del pueblo o del apartamento de verano a la ciudad y viceversa. Dan la pelmada a los hijos y nietos si los tienen y se convierten en posibles hipocondríacos ya que sus conversaciones fluctúan entre la salud propia y la salud de los conocidos o amigos. Se relacionan con el mundo principalmente a través de la televisión.

Los que tuvieron ideas propias sobre la vida las siguen teniendo y no paran de moverse de aquí para allá intentando “vender la moto” a todo aquel que se brinde a escuchar. Tienen muchos proyectos todavía que “están a punto de cuajar”. Es habitual que tengan algunos divorcios a sus espaldas y unos cuantos hijos por ahí a los que quieren mucho pero con los que no tienen apenas contacto. Son los que más amigos y conocidos van dejando por el camino. Aunque peinen muchas canas y estén hechos polvo consideran la edad como una mera circunstancia poco digna de mención. Disfrutan de la vida como si se fueran a morir al día siguiente y, casi siempre, “se van” mucho antes que los del primer grupo. Se relacionan con el mundo a través de Internet y mucha barra de bar.

Y los listos de toda la vida, los que han medrado “con su propio y único esfuerzo” llegan y pasan de los cincuenta bien alimentados, bien viajados, bien vestidos y bien considerados. Mantienen el equilibrio de una forma más que correcta y si tienen alguna enfermedad la sobrellevan en silencio y con los mejores medios particulares a su alcance. Estos se hacen “viejos” mucho menos que los otros grupos. ¿El secreto? Es un secreto a voces, qué duda cabe. Se relacionan con el mundo a través de todo acto social que esté a su alcance y al que consiguen que se les invite.

¿Qué motivos tenemos cada uno para vivir a partir de los cincuenta?

Cada uno que responda en su propio interior. Y quien quiera que lo comparta aquí, que todos necesitamos aprender.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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