“Estoy como un flan, me tiemblan hasta las ideas y no es para menos, por fin tengo una cita que promete, casi no me lo puedo creer que sea verdad, que me sonría la suerte de esta manera, porque no es moco de pavo conocer a un hombre interesante a mi edad, bueno, tampoco soy tan mayor, cuarenta y nueve cumplidos pero aparento mucho menos, siempre me lo han dicho, cuarenta…como mucho, así que digo que tengo treinta y ocho y cuela, vaya que si cuela, porque me cuido mucho, sobre todo ahora que estoy en el paro, aunque a mí eso no me gusta airearlo porque parece que me resta méritos, digo que he dejado la empresa porque el jefe y los compañeros ponían mal ambiente, que yo no aguanto a nadie y ya me buscaré otra cosa, que para “los buenos” siempre habrá trabajo. Además como no tengo hijos, ni falta que me hacen, aunque eso no se lo puedes decir a un hombre que se piensan que todas nacemos con el “instinto maternal” pegado a la cara, todo mi dinero es solo para mí y cunde más, que ya sé cómo andan mis amigas con hijos, siempre privándose de lo que más les gusta para dárselo a los críos, quita, quita, y la libertad, a ver si voy a renunciar yo a la libertad a estas alturas de la película y sobre todo con lo que me gusta viajar, vamos que me muero por los cruceros y los viajes exóticos donde te lo pasas de maravilla conociendo gente estupenda que va en los grupos, que siempre hay alguien desparejado y el apaño está hecho, no falla. Además tengo la suerte de que papá falleció y mamá está en una residencia estupenda de la Diputación y no hace falta que vaya a visitarla más que una vez al mes, porque ni sabemos qué decirnos de lo bien que ella está allí con las nuevas amistades que ha hecho, y eso me recuerda que tengo que plantearle la próxima vez que vaya lo de que haga una donación del piso a mi nombre que si no, cuando se muera, me van a achicharrar a impuestos y no estoy por la labor, alguna ventaja tiene que tener ser hija única, no tendré que compartir con fastidiosos hermanos y además el piso, dándole una mano de pintura, lo alquilo y le podré sacar buenos cuartos porque está como quien dice en el centro, que si esto sale bien me voy a vivir con él, fijo, ya estoy harta de esta casa que me trae recuerdos que no me gustan, además un hombre se conforma con cuatro tonterías, la ropa planchada y unas comiditas sencillas, y ellos se creen que nos pasamos todo el día limpiando y trajinando por la casa y en realidad en un pispás nos apañamos y luego nos queda todo el día libre, si lo sabré yo… ah, y que no se me olvide ponerme las “merceditas” para que él parezca más alto todavía, que a los hombres les encanta llevar al lado a una mujer “a su medida”…!qué nervios, y todavía faltan cinco horas…!

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 Bueno, a ver si con ésta tengo más suerte que con las otras que eran todas unas arpías interesadas, pero la culpa ha sido mía por decir las cosas claras y no mentir y ya he aprendido la lección, a ésta, con cuentagotas, nada de decirle que lo que quiero es tener un hijo por lo menos, aunque es talludita la señora, treinta y ocho tiene ya que casi se le pasa el arroz, pero hoy en día todavía puede parir y ella misma ha dicho como con pena que “ay…es que no tengo hijos”, pues eso lo arreglamos enseguida, le hago uno la noche de bodas, porque esa es otra, hay que casarse por encima de todo que si no empiezan con el rollo de que si “mi espacio y mi libertad” y te vuelven loco antes de que te des cuenta. Y la tía trabaja, me viene de perlas que no sea la típica maruja que quiere vivir a costa del marido, que además hoy en día ya están acostumbradas a hacer doble jornada, en el curro y en casa, las mujeres son fuertes, si no ahí tienes a mi madre, con ochenta años y todavía con un genio de sargento, pero seguro que se llevarán bien porque esta chica parece tener mucha sensibilidad para con las personas ancianas y sufre mucho por ser huérfana de padre y madre y no haber tenido hermanos, vamos que está sola en el mundo y le va a venir de perillas tenernos a mi madre y a mí con ella. Y seguro que no le importa que vivamos en su casa, que tiene piso propio en el centro y yo ya no puedo aguantar el alquiler del mío que se ha puesto por las nubes y además desde que se me acabó el paro  estoy viviendo de la pensión de viudedad de mamá y esto ya no puede ser más. A ver qué me pongo esta tarde para causarle buena impresión, que ya me ha dicho mamá que las mujeres dan mucha importancia a la primera impresión, que me ha dado dinero –bendita sea- para comprarme una camisa nueva e ir a la peluquería a que me pongan bien los cuatro pelos que me quedan, que tengo que aparentar un poco menos de los años que tengo, que como ella me dijo treinta y ocho yo le dije cuarenta y dos para no quedar mal, pero luego le juro y le rejuro que le dije cincuenta y dos y que ella entendió mal y total, que soy coqueto y que me había quitado un par porque tenía miedo a que me rechazara que ese es un truco que funciona todavía de cine con las mujeres, les encanta que les mintamos por coquetería, haciéndonos los vulnerables y además ellas siempre están con el rollo de que “la verdadera belleza es interior” y de que les encantan los hombres “con el lado femenino desarrollado”… Ah, y que me hagan la manicura que tengo las manos que parecen pies y que no se me olvide ponerme las alzas en los zapatos, qué manía las mujeres con los hombres altos, sí, bueno, le dije que medía “casi” uno ochenta, que me tallaron en la mili, pero igual se equivocaron y, con los años, ya se sabe, vamos encogiendo casi sin darnos cuenta, total que me quedo en el uno setenta de toda la vida, pero…!en la cama no hay alturas!”

LaAlquimista

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