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Cecilia Casado

A partir de los 50

Tonterías ridículas e innecesarias

 

De la observación cotidiana se pueden sacar enseñanzas sobre el comportamiento humano más interesantes que muchas clases magistrales académicas.

Llueve. Se transitan las calles paraguas en ristre. De repente se accede a unas casas que tienen soportales (o arcos o arcadas interiores). Pues numerosos son los viandantes que NO CIERRAN el paraguas a pesar de estar a cubierto. ¿Cuál es el motivo? Muy sencillo: ahorrarse el “trabajo” de tener que volverlo a abrir cuando deban cruzar la calzada hasta la siguiente casa provista también de soportales. Y, como es obvio, van agrediendo sin querer a todo aquel que no lleva abierto el paraguas. ¿No es acaso una tontería ridícula e irrespetuosa para con el prójimo circular a cubierto con el paraguas abierto?

Otra de agua. ¿Cuál es la razón profunda de que tantas personas se laven los dientes, mirándose fijamente en el espejo, produciendo una nube de crema espumosa alrededor de su boca con el grifo abierto y el agua corriendo escandalosamente? Yo sé porqué lo hacen: para ahorrarse el “trabajo” de cerrarlo y tener que volverlo a abrir en el momento de enjuagarse. Y, como es obvio, van agrediendo el ecosistema despilfarrando innecesariamente litros y litros de agua. Algo parecido he bservado cuando se friegan los cacharros: se deja que el torrente mane mágicamente. Mi concienciación con el agua derrochada viene de un viaje que hice al sahel senegalés. En aquellos pueblecitos los habitantes tenían teléfono móvil que recargaban en el mercado semanal –ya que no había electricidad-, pero el agua había que sacarla del pozo común, casi siempre a un par de kilómetros de la aldea. ¿No es acaso una tontería ridícula e irrespetuosa para con el planeta despilfarrar el bien más preciado para media humanidad?

¿Por qué tanta gente se pone el pijama para estar en casa?. Es de lo más habitual que figure entre las más acendradas costumbres domésticas la de la limpieza. “Alguien” limpia cada día e incluso con frenesí para que la casa esté como los chorros del oro. Luego llegan sus habitantes de la calle sudados, con el polvo externo y se quitan las ropas contaminadas. Y se ponen el pijama, el elemento virginal por excelencia para dormir y acceder a un lecho impoluto, con sábanas limpias y frescas. Y cocinan, comen, se sientan en el sofá, beben, fuman y sudan para meterse luego a la cama…!con una ropa que se ha ensuciado! Si hay ropa para ir a la calle y ropa para ir a dormir por qué hay quien se salta el trámite de la ropa para estar en casa? ¿No es acaso una tontería ridícula pretender que la vivienda esté limpia y meterse a dormir con ropa que no lo está?

Una de coches. A todos nos ha pasado alguna vez que, al ir a coger el coche por la mañana –o por la tarde- descubrimos que el de la derecha o el de la izquierda, el de adelante o el de atrás –según se haya aparcado en batería o en línea- ha reducido al mínimo la distancia de seguridad para poder embutir su vehículo en el sitio libre y nos ha “encerrado” de tal manera que hacen falta cincuenta maniobras para desaparcar. ¿A que sí? Y no nos ha pasado también a todos alguna vez que cuando vemos que hay MUCHO sitio libre aparcamos a dos metros del vehículo más cercano pensando que, después, tendremos menos dificultad para sacarlo? Y, como no podía ser de otra manera, cuando volvemos tan ufanos de lo bien que hemos aparcado, descubrimos que otro vehículo ha tenido que aprovechar al máximo el sitio disponible y se nos ha montado en el parachoques o dejado los retrovisores besándose. ¿No es acaso una tontería ridícula sentirse ufanos de tener “más sitio” que los demás cuando todo es de todos y con el mismo derecho a compartir?

Otra de coches. O de semáforos. ¿Por qué cuando la luz pilla en ámbar la mayoría de conductores pisan el acelerador en un reflejo absurdo por no quedarse detenidos ante un semáforo en rojo? ¿Qué más dará dos minutos arriba o abajo si, para colmo, los semáforos casi nunca están bien sincronizados y si no te pilla ese en rojo te tocará el siguiente? Y como se te ocurra frenar –porque el ámbar es para frenar y no para acelerar- el de atrás te echará las luces, te llamará de todo por el retrovisor (eso si no te embiste). ¿No es acaso una tontería ridícula la ínfima satisfacción de no detenerse ante un semáforo?

No quiero aburrir (ni aburrirme yo). Son pequeñas tonterías que me suscitan una gran reflexión. Quería compartirlo por si a alguien le sirve…

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


marzo 2013
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