El cuento de los miércoles. "Compartir espacio sin sacarse los ojos". | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

El cuento de los miércoles. “Compartir espacio sin sacarse los ojos”.

 

“El día que mis padres decidieron –después del “acoso y derribo” al que les tuve sometidos durante meses- que podía estudiar un año de la carrera fuera, en plan Erasmus, y digo “en plan” porque cuando te apuntas a la beca no sabes si te la darán y el gasto hay que hacerlo por adelantado, ése día, digo, fui feliz a más no poder. ¡Por fin podría librarme durante un curso completo, nueve meses gloriosos, de las normas familiares! Dejaría de escuchar a mi madre dándome la lata con sus “recoge eso” y “limpia lo otro”, se me abriría la puerta de la cárcel donde hay que entrar a la hora de comer y cenar o te quedas a dos velas, podría poner la tele a la hora que me viniese en gana y andar trasteando con el ordenador y el móvil sin tener que oir la murga de “!ya estás otra vez con el whatsaap de las narices!”. Qué relajo poner la lavadora cuando esté llena y no los lunes con ropa blanca y los jueves con ropa de color, qué libertad para mi estómago poder comer a mi bola y no las verduras, legumbres y comida sana con la que nos machaca a todos mi madre en casa. Qué felicidad poder invitar a mi gente a casa, compartir cenitas, risas, música, copitas y demás… sin tener que esperar a que mis padres se vayan un finde al camping o un puente al pueblo. Y sobre todo y por encima de todo, escapar de esta ciudad aburrida y gris donde nunca pasa nada y los tíos o están más salidos que la esquina de una mesa o son unos payasos, conocer una ciudad grande donde haya marcha, discotecas y bares y museos y teatros, donde las calles no estén desiertas a partir de las ocho de la noche un día entre semana; una ciudad sin prejuicios ni miedo al “qué dirán” porque ¡nadie me va a conocer…!

El piso no está del todo mal, le falta luz que diría mi madre, pero está céntrico, vamos que me ahorraré una pasta en metro para ir a la Facu y así hago culo que nunca viene mal. No conozco –todavía- a mis compañeras de piso, he sacado el anuncio del tablón de anuncios de la Universidad, ellas ya vivieron aquí el año pasado y me podrán ir introduciendo en el ambientillo… ¡va a ser mi primer curso de libertad, por fin podré ser yo misma…!

M & M. (Malú y Mavi) así se llaman mis compañeras de piso son unas tías cojonudas; agradables, simpáticas y super marchosas, con mucho rollo, me han llevado con ellas a todas las discos donde conocen al relaciones públicas y así las copas salen gratis, lo malo es que yo no puedo salir tanto como ellas, si suspendo una sola asignatura mis padres me crujen, y mis clases empiezan a las ocho de la mañana todos los días; ellas vuelven de madrugada y me despiertan con la bronca que montan, claro, ellas tienen clases por la tarde nada más y cuando me levanto por la mañana está el salón con el pestazo a humo y los platos sucios de la cena tardía, pero no pasa nada, tampoco vamos a andar poniéndonos en plan exigente, pero el tema de las comidas lo llevo fatal porque lo poco que sé cocinar no me sirve apenas de nada ya que si hago algo rico, tipo lentejas o garbanzos como los hace mi madre tengo que hacer también para ellas, si no queda feo y claro, al final comen a mi cuenta y si no pues me tengo que hacer unos macarrones con chorizo y poco más que el tema no está para comprar filetes si quiero hacer un poco de vida social. Al final ya me han dicho que me acostumbraré que el menú más sencillo son salchichas con puré o hamburguesas y los domingos si alguien quiere cocinar un pollo o así pues vale, pero como nos levantamos a las tres de la tarde a esa hora ya no te apetece ponerte a cocinar.


Lo de la limpieza pues tampoco hay normas, cada una se limpia lo suyo a su aire y el lugar común, la sala, pues poca cosa, porque total siempre hay alguien de fuera, algún amigo o amiga que se queda a dormir en el sofá, y no está la cosa como para limpiar para que ensucien los demás..
Un piso de estudiantes, ya se sabe, es para liberarse de los padres que siempre están poniendo normas, pero la verdad, a mí me extraña un poco que estas chicas no tengan ninguna, vamos, que les parece lo más normal del mundo ir a mi armario y pillarme un jersey o usar mi champú que cuesta una pasta, ellas usan el que venden por litros, pero me doy cuenta de que mi champú de marca va bajando el nivel. Y ya no te digo de la comida, que tenemos cada una una balda en el frigo, pero en las suyas nunca hay nada, más que cerveza y yogures y a mí me desaparecen los tomates y el jamón de york y hasta los huevos me quitan para hacerse sus tortillas cuando les da por ahí.

Claro, hay que compartir, no ponerse a malas, pero es que, bueno, no sé, como que tiene que haber un límite, vamos, digo yo, porque se tiran hasta las tantas todos los días con la tele a tope y yo, pues como que tengo que dormir a las doce de la noche que si no a la mañana siguiente no soy persona y venga a liarla entre semana invitando a gente y yo les dije el otro día, que a ver si por favor, entre semana no, que no puedo ni estudiar ni dormir y que cómo se pusieron que si soy una “rarita” y que como se nota que no he aprendido a vivir todavía. Pues vale, será eso, pero ya me estoy cabreando porque el otro día metieron en la lavadora algo rojo que me ha desgraciado toda la ropa interior blanca y al final voy a tener que lavar mi ropa a mano si no quiero quedarme sin ella. Y ya el colmo ha sido lo del móvil, que me han pillado el mío y venga a hacer llamadas a mi cuenta, bueno, al final lo he tenido que defender y es que estas tías son unas gorronas y unas irrespetuosas que se piensan que pueden hacer lo que les dé la gana sin contar con mi opinión y encima diciéndoles a sus padres que necesitan más dinero para pagar cuentas del piso inventadas y libros de la facultad que yo compro y ellas quieren que les preste porque se han gastado el dinero en irse de cañas, vamos, un desastre. Y para colmo invitan a tíos todos los días que ya ni puedo estar en mi casa cómodamente que lo mismo salgo de mi habitación en ropa interior y me encuentro a un desconocido fumándose un porro en el sofá del salón…
Lo tengo clarísimo, el trimestre que viene me busco un apartamento para mí sola… y el curso que viene…en casita, que es donde mejor se está…”

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Moraleja: De estos polvos vendrán los futuros lodos, esos que harán que estas personas, cuando convivan en pareja, sigan sin respetar el espacio ajeno y harán que sea cierto eso de que “la convivencia mata el amor”. En realidad, es la MALA educación y la falta de respeto la que mata…casi todo.

 

LaAlquimista

 

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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