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Cecilia Casado

A partir de los 50

Amo los aeropuertos

Dicho así parece un poco absurdo eso de sentir cariño o amor por una estructura de hierro, cemento y cristal llena de gente, de ruido, de maletas rodantes. Pero yo amo los aeropuertos al igual que amo las estaciones de trenes porque siempre los he relacionado con la puerta hacia el reencuentro, el viaje, los sueños, la experiencia.

Lo poco que viajé por motivos laborales no cuenta aquí y, por conocer el tema, comprendo perfectamente a esas personas que “odian” los aeropuertos por no ser más que un paso en su rutina laboral, como una cabeza más de la hidra que les ahoga a cambio de dinero. Viajar por trabajo es duro y al final bastante triste; algo así como tener que comer en buenos restaurantes discutiendo estrategias o negociando comisiones, se pierde el sentido del gusto por la comida y el paladar se convierte en un lugar de paso.

Pero yo he tenido la suerte de viajar únicamente por placer, he sido muy consciente del privilegio que me era otorgado al poder elegir el cómo y el dónde de mis vacaciones, lejos de otros convencionalismos familiares u obligaciones sociales. Si he viajado sola ha sido porque no he querido arrastrar a nadie y si lo he hecho con compañía el viaje se ha compartido en absoluta libertad; siempre me ha dado un poco de pena la gente que viaja a donde les lleva su pareja sin mayor interés por su parte o quienes se “dejan llevar” como si fueran parte del equipaje.

Que amo los aeropuertos, decía. Ese tiempo detenido a la espera del aviso del embarque en el que todo está en beatífico orden y tan sólo queda esperar confiadamente a que el camino vaya abriéndose ante nuestros ojos emocionados. Volar por encima de las nubes recibiendo directamente el sol es una sensación para la que hay que tener los ojos muy abiertos; ver cómo se perfilan países y territorios, la línea del mar besando la costa, azul intenso frente a verdes imposibles, masas de roca y desierto interminables, ciudades en miniatura, todo ello a vista más que de águila… ¡Por eso llego pronto a la cola de facturación, necesito una ventanilla…!

La emoción de los días previos al viaje se decanta en el asiento del aeropuerto, es el momento final del antes y el instante primero del después. Una vez en el avión ya no hay marcha atrás, pero hasta ese momento queda un espacio de tiempo para serenarse, dejar que se calmen los nervios previos al viaje, acariciar la emoción reposada de los motivos que nos han llevado a meter un poco de vida en la maleta y comenzar a andar por un camino desconocido, más lejano y cercano a la vez, emocionante siempre.

Si me siento cómoda y feliz en los aeropuertos es porque amo el concepto del viaje, sentir que sigo en el camino de la vida, hoy aquí, mañana allá, un fluir que me evita el anquilosamiento mental y emocional. Viajar para visitar pirámides milenarias es una emoción indescriptible, casi más ANTES de llegar a sus pies que una vez que se está allí mismo, en el calor de cualquier desierto, pero mientras las sueño en el aeropuerto, mientras tomo conciencia de que ya estoy en el camino, dejándome llevar hacia un nuevo destino, me siento sencilla y simplemente feliz.

Pero cuando el viaje es para propiciar el reencuentro con personas amadas todavía amo más los aeropuertos que me acercan al otro corazón, mirando al cielo que surcaré dentro de poco para llegar hasta el abrazo. La espera tranquila y emocionada de saber que los kilómetros irán empequeñeciéndose conforme se agranda el deseo del contacto es una sensación maravillosa, difícil de transmitir para quienes piensan que viajar es un fastidio y los aeropuertos lugares carentes de emoción.

Cuestión de perspectiva, cuestión de actitud.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


marzo 2013
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