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Cecilia Casado

A partir de los 50

Lo insano de exigir amor

 

¿Quién no se ha sentido alguna vez atraído por una persona con la que parecía que podía establecer una relación afectiva que luego ha quedado en nada? Somos demasiado proclives a llenar nuestro pequeño mundo grisáceo de ilusiones de viva luz y nada debemos reprocharnos por ello; el ser humano necesita fabricar su propia esperanza para sobrevivir más allá de los peldaños inferiores de su propia pirámide.

 Y es entonces cuando se cruza en nuestro camino una persona especial por la que nos sentimos fuertemente atraídos; quizás como complemento de carencias propias o acaso para llenar el hueco de viejos amores. El caso es que comienza el estómago a llenarse de esas inventadas mariposillas que espolvorean con sus alas la especie mágica de la ilusión. Esa nueva persona se nos mete en el pensamiento, en los sueños y nos sentimos un poco más felices cuando imaginamos estar en su compañía de una forma más íntima…

 Pero no siempre la realidad coincide con el guión afectivo que hemos trazado desde el corazón; no siempre esa persona responde a nuestro cariño, a nuestra dedicación de la forma en que nosotros desearíamos o de la manera en que necesitamos. Y es entonces cuando comienza a fraguarse una metamorfosis de pensamiento con respecto a quien está “rechazando” nuestro cariño.

 Y donde antes se veían virtudes, ahora se ven defectos; donde hubo admiración empieza a asentarse el desprecio, el recuerdo de los buenos momentos vividos se enturbia con la rabia por no haber sido aceptados plenamente como objeto de deseo o de amor por quien nada nos prometió jamás, pero a quien encumbramos en nuestros sueños de poesía.

 De ahí a hacerle crecer a esa persona que nos ha rechazado cuernos y rabo de demonio hay un paso muy pequeño y que sólo los seres equilibrados se niegan a dar. Lo más fácil es borrar con tinta negra los poemas llenos de luz que nos inspiró un día lejano, lo más pobre es adjudicarle al otro la incapacidad de amar puesto que no nos ha amado a nosotros y, finalmente, lo más injusto de todo, es acusar, a quien nunca nos dio esperanza de amor alguna, de frialdad afectiva y arrojarle piedras públicamente intentando manchar su imagen con el barro del despecho.

 A quien no me ha querido a pesar de mis buenos deseos, le he dejado marchar en libertad aunque me doliera mucho. Por el contrario, jamás pensé que por no corresponder yo a un afecto que me era regalado sin haberlo solicitado, alguien iba a sentirse tan dolido como para llegar casi a odiarme.

 ¿Acaso el amor que siento en mi interior deja de SER por no entregártelo a ti? ¿Qué soberbia es la de pretender ser amado por encima de todas las cosas?

 Dejemos que cada cual SIENTA en su interior el AMOR fluir y si no hemos sido tocados por la varita mágica del otro…comprendamos y aceptemos con humildad esa realidad. Pero es muy pobre y muy injusto acusar al otro de incapacidad de amar por no habernos amado a nosotros…

 En fin.

 * Para todos aquellos que han “padecido” un amor no solicitado.

 LaAlquimista

 Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


abril 2013
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