El cuento de los miércoles. "Celebración" | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

El cuento de los miércoles. “Celebración”

 

“Han venido todos y se me hace un nudo en la garganta para explicarles lo feliz que me hacen, después de tantos años, de toda una vida, el verlos por una vez juntos y en esa armonía que dicen que es imposible en las familias. Quizás es que estoy soñando y veo con los ojos del corazón, pero me da igual si me equivoco; yo sólo sé que han acudido todos a mi llamada y ese es el mejor regalo para mí.

Por dentro tenía un poco de miedo de si acudirían tan unánimemente a mi convocatoria; la verdad es que son muchos años los que he cumplido, más que cualquiera de ellos, pero me ha dado ánimos acordarme de cuando hacíamos risas con aquella película de Rafaela Aparicio en la que cumplía cien años, y me guiñaba un ojo mi nieta mayor como diciendo, tú tranquila, que ya verás la que te vamos a liar.

Aunque en realidad ha sido cosa mía; les he ganado por la mano y he tomado yo misma la iniciativa de organizar esta fiesta irrepetible, me hacía muchísima ilusión, después de tantísimos años en la órbita afectiva de todos estos seres humanos que son mi familia afectiva en esta vida, cerrar un ciclo teniéndolos a todos bajo el mismo paraguas amoroso.

 Como hoy todo gira alrededor de mi persona me siento un poco agobiada, porque siempre he sido tirando a discreta, pero un día es un día y acepto gustosa el homenaje que me están rindiendo aunque, si pudiera, me sonrojaría un poco.

 Pero no puedo; no puedo sonrojarme porque, a pesar de lo contenta que estoy, a ellos les siento con un punto de tristeza que no me pueden ocultar. Sí, están tristes y hasta a algunos se les escapan lágrimas emocionadas porque me miran y no se dan cuenta de que yo no estoy infeliz por haber dado un paso más en mi camino. Se han puesto tristes porque todavía no han comprendido que el amor que hemos compartido permanecerá siempre en los corazones, mucho más allá del tiempo de las cosechas, del seco verano, del crudo invierno, formando parte de un ciclo lleno de vida, de amor, de luz infinita.

Y menos mal que siempre he sido buena organizadora de festejos, que si lo dejo a su cuenta igual se acalambran y me aguan la fiesta, ya que hoy es mi día, en realidad el segundo día más importante de toda mi vida y no podía permitirme que saliera nada mal.

 Por la mañana, no demasiado temprano, me ha gustado mucho asistir a la celebración eucarística con mi gente de toda la vida y mira que hoy en día la juventud no se acerca a las iglesias ni aunque les paguen, pero el cariño ha podido más. ¡Cómo lo he agradecido! Luego, de vuelta a casa, un re-desayuno como los que me gustan a mí: improvisados y riquísimos, con esas torrijas que hago que son gloria bendita y también algo de salado para picar, que ya se iban poniendo todos a tono para la excursión a la ciudad, un bonito y diferente paseo, rompiendo la rutina de nuestra vida lejos del asfalto, pero que estoy segura de que a todos les ha sentado de maravilla.

 Comer toda “la tropa” en un restaurante “de ringorrango”, como yo digo y todos se ríen, me ha hecho revivir algunas de mis glorias pasadas, cuando fui joven y guapa –en mi estilo, pero bien guapa- y la vida se me antojaba un campo inmenso de amapolas o de flores como las de las postales aunque luego descubrí que la belleza también había que trabajarla, pero que era posible si se le ponía el amor/abono suficiente.

 ¡Cuánto les he querido a todos! ¡Cuánto les quiero todavía!

 La savia que nos ha mantenido unidos durante todos estos años ha sido mucho más vital que la sangre que corre por las venas de las personas que llevan los mismos apellidos. No nos hemos fijado demasiado en eso porque estábamos ocupados en mantener vivo el amor.

 Así que me he despedido de todos ellos –hasta tres generaciones juntas, en bullicio armonioso, en alegría silenciosa- con un brindis imaginario desde donde estoy ahora, mirándoles emocionada, feliz de que me regalen esta celebración –que ellos llaman homenaje- y que recibo con mi más profundo agradecimiento. Hoy es realmente el segundo día más importante de mi vida. El primero fue cuando ví la luz a través de mi madre; hoy, el segundo, cuando vuelvo hacia esa luz que todo lo abarca, que todo lo ilumina.

Y espero que no se les olvide que prefiero un rinconcillo en su corazón que flores en mi tumba…”

 Dedicado a Mara. Que es afortunada.

 LaAlquimista

 

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


abril 2013
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