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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Por qué no recuperar las viejas amistades?

 

No soy como esas personas que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor; pero sí que es cierto que, a lo largo de mi vida, he disfrutado de grandes amistades con grandes personas que, por azares y contratos familiares o laborales, se han ido desperdigando por el globo terráqueo. También dejé de relacionarme amistosamente con quienes llegué a tener intimidad más que importante por…algún malentendido o porque a ambos nos apetecía cambiar de aires.

 La pereza y la comodidad suelen ser factores que juegan en contra del hecho de “mover ficha” para recuperar viejas amistades, pero como considero que hay que hacer ejercicio continuamente para no anquilosarse, ¿por qué no ocuparnos en recuperar algunas de las viejas amistades con las que tan felices fuimos?

 Con esto de Facebook y el gran dios googleliano que todo lo ve la mitad del camino está ya andado; basta con escribir el nombre de aquel novio, aquella amiga, el compañero de clase o el vecino que se fue lejos y raro será que no encontremos información actualizada sobre su lugar de residencia, su perfil en alguna red social o sus logros laborales, académicos o las multas que le han puesto. O te encuentras con la esquela, que también puede ocurrir, y te llevas un berrinche horroroso.

 He estado haciendo una lista –cortita- de las grandes personas amigas que, en el pasado, me honraron con su amistad y de las que guardo un recuerdo dulce y agradable. También tuve grandes amigos –o yo creía que lo eran- y acabó aquello como el rosario de la aurora. A esos no les voy a dedicar ni un responso porque sería abrir heridas viejas que podrían desequilibrar a ambas partes.

 ¿Qué fue de mi querida amiga lanzaroteña? De vez en cuando nos hacemos un guiño por Facebook, pero llevamos casi cinco años sin vernos. ¿Y de mi tocaya catalana con la que compartí el pan y la sal durante tantísimo tiempo? (A ésta le tengo muchísimas ganas, voy a proponerle un reencuentro). ¿Dónde andará mi querido Joan que se casó y del que nunca más se supo? ¿O aquel François con el que hice el Camino durante varios días y varias noches? ¿Y la asturiana que conocí en el avión y con la que compartí unas vacaciones en Cuba cuando habíamos ido cada una por libre?

 Estos últimos días he estado revisando viejos álbumes de fotos. Viejos porque son “del siglo pasado”, viejos en el sentido que le damos al concepto hoy en día, es decir: algo que está guardado al fondo de un armario y que ni nos acordábamos de su existencia. Desempolvar algunas de esas amistades puede ofrecernos momentos de alegría. O llenarnos del polvo agridulce de la nostalgia. No lo sabremos hasta que no lo intentemos…

 En fin.

 LaAlquimista

 Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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