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Cecilia Casado

A partir de los 50

Luna llena en Paris

 

Que soy una enamorada de Paris no es secreto para nadie que me conozca un poco; de hecho, siempre lo he dicho, si me pierdo buscadme en un quai de la isla de Saint Louis…

Me gusta el Paris de los parisinos, el del Marais un viernes a la mañana y el de la Goutte d’or un sábado por la tarde; tomarme un té en Ménilmontant y un menú en La Coupole bajo la sombra de Modigliani. Me gusta el couscous del restaurante de la Mezquita con los pajaritos picoteando alrededor y un mojito en la rue de Lappe con los habituales de Bastilla. Si veo un turista me voy tranquilamente en dirección contraria y cuando “me pierdo” en callejuelas que no están en el mapa no me preocupo: estoy descubriendo “mi” Paris.

Pero lo que me produce el mayor placer de todos cuantos he podido disfrutar en la ciudad que me encandila, es que toque Luna Llena. Como ayer, jueves.

 

En realidad la magnífica luna de este mes de Abril se ha visto desde todos los lugares ausentes de nubes y es subjetivo –e incluso injusto- ensalzarla, ella tan hermosa a la vez que discreta, imaginándola bañando de luz las quimeras de Notre Dame -mal llamadas gárgolas- que cumplen ochocientos cincuenta años, dulcificando sus sombras siniestras de animal mitológico.

Uno se imagina –porque todavía es libre imaginar un sueño que no esté sujeto a impuestos- la ancestral ciudad iluminada con esa luz fría y mágica de la Luna resucitando resquicios de amor perdidos por todos sus rincones. Yo también imagino que, el amor en Paris es “más” que en una pequeña ciudad de provincias de la misma manera que las cosas más sencillas se vuelven a inventar si se comparten con la persona amada.

 

Uno se imagina que puede ser el protagonista de la mítica foto de “el beso del Hotel de Ville” de Doisneau, que nuestro cansado cuerpo de mil luchas interiores se vuelve ligero, “souple”, y, que son las flores de primavera que bailan al caer de los árboles rosados copos de nieve que caldean el corazón aún enamorado.

Imaginar y soñar, es mucho más sencillo que vivir. Porque la vida,  aunque se decore la noche con reflejos de plata que se cuelan por la ventana de la primavera, tiene siempre la mala sombra de devolvernos al plano real, de esa realidad que con demasiada frecuencia está ausente de romanticismo, de gracia, del toque de “glamour” que lleva la Luna llena en Paris.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 *** Y a falta de Luna Llena en Paris, este domingo Marcha Nórdica en San Sebastián.

 

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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