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Cecilia Casado

A partir de los 50

Miedo a jubilarse

Cuando dio comienzo mi vida laboral, en la década de los setenta, coincidiendo con el pistoletazo de salida de algunas de las libertades en este país, di por sentado que esta se extendería durante ‘otros’ cuarenta años como mínimo, hasta cumplir los 65 que era donde se fijaba la edad ‘hito’. Sin embargo, alguno de los cuatro jinetes del Apocalipsis anda rondándonos a los de aquella quinta y parece que vamos a ser ‘jubilados precoces’. (Me consolaría poder seguir siendo precoz en algo todavía).

A quien más y a quien menos le llegan cantos de sirena o proposiciones deshonestas y quien más y quien menos se lo toma de diferente manera; unos con regocijo mal disimulado, otros con angustia desaforada. Porque no es sólo que una contase con hallar al final del camino un poco de sabiduría y paz, sino también una digna pensión de jubilación. Bien es verdad que aunque hayamos trabajado por dinero la cosa pueda pasar a ser inversamente proporcional, pero son paradojas de la vida y hay que saber torearlas.

Anda el personal (el que yo conozco y trato) revuelto y ansioso; -“pero si sólo tengo 58 años-, me decía el otro día un colega, “no tengo edad para jubilarme, no estoy preparado”!. Ciertamente.
Como si tuviéramos que asumir como fracaso personal el que por culpa de los bancos y los gobiernos a gente absolutamente válida se le cuelgue de repente la etiqueta de ‘obsoleto’ o ‘prescindible’. En tiempos de bonanza –recuerdo- en mi empresa se ‘rogaba’ a la gente que no se jubilara anticipadamente, que no se fueran llevándose su ‘know how’, que ahora se ha convertido en ‘how’ a secas.

El miedo a jubilarse anda campando por sus respetos en nuestras vidas; se reduce la vida laboral en cinco, ocho y hasta diez años por gracia de la magia financiera y el birlibirloque social. Voy a ser –me temo- la única de entre mis amigas que no tendrá prisa por regresar a casa después de las cenas de los jueves; me odiarán (amablemente) por no tener que usar ya nunca más por obligación ni traje chaqueta ni despertador. Y yo me desconcertaré al no tener que contar con cuentagotas los días de vacaciones que gasto y los que me quedan…porque todos serán igual de…maravillosos!

¿Qué hacemos los de cincuenta y pico con el miedo a la jubilación…?
Mi idea es que lo metamos en el mismo cajón donde guardamos un día el miedo a la libertad, el miedo al compromiso, el miedo al amor, el miedo a la vida. Todos los miedos juntos para que no se escape ninguno. Sin naftalina. Para que los encuentren algún día y los tiren (otros) directamente al contenedor.

En fin.

LaAlquimista

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


junio 2010
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