Y mira que me lo decía mi padre: “Hija, si bebes, que sea bueno, que al día siguiente será menos malo”. Y tanto, y tanto… ay…!qué resaca…¡
A ver cómo les cuento ahora a mis hijas el cuento de ser responsable y de que el alcohol hace daño. ¿Dónde tengo esta mañana la autoridad moral?
Se acerca el fin de semana. Ellos y ellas se gastarán los cuartos en el súper de la esquina y saldrán a disfrutar de la noche (poco procelosa) con su bolsa de plástico llena de líquidos inocuos y venenosos que, una vez mezclados debidamente, darán soporte, paso y cabida a ‘una gran juerga’. El hígado, los riñones y las neuronas mirando para Tudela volverán a casa (cuando vuelvan) pero a la mañana siguiente…oh milagro de los milagros…esos cuerpos jóvenes habrán absorbido, metabolizado y expelido –vía oral- el veneno ingerido la víspera. Y aquí paz y después gloria y qué bien que hoy es sábado todavía y hay fiestas en no sé dónde…
Pero nosotros, no. Los que tenemos más de cincuenta cuando celebramos algo por todo lo alto, ingerimos el mejor ‘bebercio’ posible; vinos de esos que cuestan un dineral la botella y las copas…ah, las copas!. Que si yo quiero Chivas con un hielo y un chorrito de ginger ale, y para mí un gintonic de Citadelle con cáscara de limón y mucho hielo y yo un ron&cola pero de Maximo…¿Qué no tienen? Pues vaya…bueno,pues un Havana Club de 7 años entonces…
Sibaritismo y pijerío al poder, pero da lo mismo al día siguiente. Lo que queda por dormir (poco y mal) lleno de sudores y algún que otro requiebro estomacal; el despertar, catatónico. Pero…¿qué hora es…? Mmmmm (Dios, las once, qué vergüenza)… ay, mi cabeza…(y lo peor de todo)…¿dónde dejé el coche ayer?.
Si llego a saber que iba a tener tanta sed esta mañana habría bebido más ayer noche.
En fin.
LaAlquimista