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Cecilia Casado

A partir de los 50

Ventajas de no ir a trabajar (5) Guía para pre-jubilados

Acabo de darme cuenta de que el hecho de no tener que ir a trabajar supone un sustancioso ahorro en mi economía en contra de la tan extendida creencia de que, por tener los ingresos reducidos en un tanto por ciento importante, ha llegado el momento de apretarse el cinturón. Pues no, he hecho un repaso a un día laborable y la cuenta de la vieja me sale redonda.

– 06.45 a.m. Puesta en marcha del cuerpo para la jornada laboral. Ingesta de desayuno rápido y sin sustancia. A veces de pie, siempre con prisas. Un asco.
– 7.30 a.m. Puesta en marcha del coche para desplazamiento al trabajo. Cuatro viajes diarios. Costo de la gasolina: importante.
– 8.00 a.m. Puesta en marcha de la jornada laboral. Café (de máquina) encima de la mesa. Costo: interesante.
– 9.30 a.m. Pausa para el café con los colegas. Costo: interesante.
– 1.00 p.m. Comida con los colegas (opcional). Costo: importante
– 2.30 p.m. Retorno al trabajo. Cafecito encima de la mesa. Costo: interesante.
– 6.30 p.m. Fin de la jornada laboral. Cervecita con los colegas. Costo: interesante.

Y cuando vuelves a la vida real te das cuenta de que tienes que hacer la compra y pillas lo que puedes en el súper de abajo (carísimo), así que el dispendio “laboral” sigue aumentando aunque no haya disfrute especial alguno.

La segunda ducha del día, revela que hay un juego completo de ropa que hay que echar a lavar; impensable usar dos días seguidos la misma blusa, la misma falda o el mismo pantalón. Así que el gasto de agua, jabón y suavizante, champú y energía se dispara.

Mejor no echar cuentas de lo que te gastas en ropa de trabajo (mi puesto no incluye uniforme), que una tiene que ir bien vestida si quieren que le consideren “un poco más” y eso, las mujeres trabajadoras lo sabemos muy bien.

El caso es que, entre gasolina, comida cara comprada con prisas, cafecitos y menús del día, cervezas de mantenimiento e inversión en ropa, se me iba todos los meses una más que sustanciosa cantidad de dinero que ahora, directamente, me ahorro.

Qué contenta me he puesto.

Me voy a Zara a comprarme algo.
En fin.

LaAlquimista 

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


agosto 2010
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