"Mi deseo no es encontrar al hombre perfecto, sino comer sin engordar" | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Mi deseo no es encontrar al hombre perfecto, sino comer sin engordar”

 

La frase la he puesto en primera persona, pero está claro que no es de mi cosecha; la he escuchado por aquí o por allá, quizás alguien la colgó en Facebook para hacer unas risas. Pero, cuando la leí, sentí como la llamita esa del Espíritu Santo sobre mi cabeza. ¿A ver si va a ser cierto…?

Porque yo no veo –ni he visto nunca- al común de los mortales de sexo femenino pasando lista de los valores humanos –morales y de los otros- en un supuesto candidato al apareamiento (vulgo pareja o matrimonio). La mujer cotidiana, la que todas más o menos somos, no mira con lupa al hombre para ver si se acerca –aunque sea a varias leguas- a un supuesto modelo de “perfección”. De hecho, no suele importar ni que sea poco agraciado ni que viva con su madre; se pulen muchas aristas y se recortan otros tantos flecos y ya está: listo para ser el padre de la prole por venir.

Esto va de broma, obviamente, pero entre medias seguro que se me cuela algún pensamiento que parece más serio, así que pido disculpas de antemano.

El caso es que –si bien SÍ QUE PARECE que es el hombre el que busca a la mujer/perfecta o a la mujer/florero o –como se decía antes (¡qué horror!), una mujer hacendosa y limpia-, la mujer tiene el listón muchísimo más bajo que su “contrario” a la hora de emparejarse. El sueño ese del príncipe azul se lo inventó un cuenta-cuentos masculino, de eso no hay duda.

Porque el auténtico sueño, el verdadero deseo –confesable o no- de la mujer de esta época es poder comer todo lo que quiera sin engordar.

A la vista está la cantidad de energía que se gasta –que gastamos las mujeres- en ponernos a dieta, huir de celebraciones gastronómicas, o asistir a ellas y luego doble sesión en el gimnasio y venga a chupar yogures insípidos mientras la family se pone las botas de pizza con la peli de los sábados por la noche. A la vista está que se sigue tomando como modelo de estética femenina a todas las que están delgadas, muy delgadas o delgadísimas y que, sumando dos y dos, parece que la felicidad en esta vida tiene como primera estación de paso el hecho de calzarse una treintayocho sin tener que contener el aire.

No queremos al “hombre perfecto”, no; lo que queremos es estar nosotras “perfectas” para así poder conseguir un hombre. No todas, claro está, faltaría más, todavía quedan –quedamos- algunas que pensamos y actuamos de manera diferente, pero…aunque se diga que es por la autoestima y tal y cual yo no me lo creo demasiado, porque si por eso fuera, no andarían estupendas sílfides al lado de “barrigones” a los que les importa un ardite estropearse el perfil con tal de, a cambio, poder disfrutar de la vida incluyendo los placeres de la mesa.

Mejor que vayamos desmontando mitos que no son más que leyendas urbanas.

No sé; creo que algo están –estamos- haciendo mal.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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