"Manías de viejos... o de no tan viejos" | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Manías de viejos… o de no tan viejos”

 

Cuando era joven y criticona me daba por creer que, con el paso de los lustros, el común de los mortales acababa adquiriendo lo que se daba en llamar –y se sigue llamando- “manías de viejos”, me convencí de que yo me libraría de formar parte de esa caterva tan poco glamurosa con una especie de quiebro mágico que me pondría a salvo de lo que consideraba una gran vulgaridad.

Me refería (y me refiero) a lo que de la observación en primera persona había podido constatar; cosas de mis abuelos ancianos, anécdotas todas recogidas en hilarantes testimonios de sobremesa, pequeñas historiquetas sin mala intención que quien más quien menos tiene en su haber, pero siempre referidas A LOS DEMÁS…

Manías de viejos. Como la de mi abuela de atrancar la puerta de su casa como un castillo medieval, incluyendo silla apoyada en la falleba que ningún aguerrido bombero o cerrajero podría jamás desprecintar… con ella dentro, por supuesto. Como la manía de otros familiares más lejanos de hacer cada noche, antes de dormir, un recorrido recurrente sobre la llave del gas, la del agua, desenchufar todo lo desenchufable y abrir y cerrar ventanas y contraventanas para volverlas a amartillar en una segunda vuelta de reconocimiento.

Eran manías inofensivas, producto del miedo que les anidaba desde hacía demasiados años, un miedo que las puertas de seguridad, las alarmas y los magnetotérmicos actuales han dejado sin sentido. Por eso las manías también se han tenido que actualizar, adecuarse a los tiempos modernos junto con el paso inexorable de la edad por mentes que retroceden en vez de seguir caminando hacia delante. Manías.

Primero fueron costumbres y luego se convirtieron en inclinaciones excesivas de las que ya fue muy difícil liberarse, teniendo casi todas como principal característica la de ocasionar molestias de diversa índole a quien las tiene que padecer como sujeto paciente; es decir: a quienes conviven con el “maniático”.

Al buen tuntún y seguro que me dejo cuarto y mitad:

¿Cuál es el motivo de que tantas personas no tiren de la cadena del inodoro ni siquiera en su propia casa? ¿Es por ahorrar agua?

¿Por qué se guardan en el frigorífico restos de comida incomestibles?

¿Qué sentido tiene amontonar periódicos y suplementos de revistas viejos?

¿Qué determina la colocación milimétrica de platos y vasos en el escurre-vajillas?

 ¿Dónde está escrito que los calcetines haya que meterlos uno dentro del otro?

¿Por qué se usan platos desportillados, vasos rayados y servilletas deshilachadas habiendo más vajilla y ajuar nuevo en la casa?

¿Por qué se cubren con sábanas los sofás y sillones pareciendo la sala o salón un lugar deshabitado?

¿A qué viene llegar a casa, quitarse la ropa mundana y vestirse de mendigo?

 ¿Por qué hay quien se sienta a la mesa en pijama y baja a la calle en zapatillas?

¿A qué viene la rigidez de desayunar, comer y cenar a la misma hora exacta cuando nada ni nadie obligan a hacerlo?

Observo las “manías” ajenas e intento tirar a la basura las mías; sobre todo que lo mismo que critico en los demás que no me salte a la cara por descuido…

¡Qué manía le tengo a la gente maniática…!

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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