He recuperado el smartphone que perdí la semana pasada. LuisFlo, que lo encontró tirado en los alrededores de Anoeta, se lo llevó a casa y, a pesar de estar bloqueado, halló la manera de ponerse en contacto con una de mis hijas y decir que lo tenía guardado para devolverlo.
Su forma de proceder me parece de lo más normal, -y a él también, por supuesto- porque somos personas que preferimos seguir el orden natural de las cosas, y las cosas, por serlo, tienen un dueño al que hay que respetar además de respetarse a uno mismo no quedándose con algo que no nos pertenece.
Me citó en su lugar de trabajo para reintegrarme el móvil y cuando lo tuve frente a frente me di cuenta de que era un hombre honesto, normal y corriente, como yo, y no un ser excepcional por ir en contra de lo que hubieran hecho muchas otras personas que, sin dudarlo un instante, habrían sustituido mi tarjeta del móvil por la suya –en caso de suponer esto una mejoría para ellos- y santaspascuas y a fardar con los amiguetes de móvil de nueva generación “gratis”.
Me dijo LuisFlo que cuando lo encontró lo primero que pensó fue en su mujer que también había perdido el móvil hacía un tiempo y se lo habían devuelto y que ahora a él le tocaba continuar “la cadena de favores”. No es mal argumento, pero le pregunté si, caso de que a su mujer no se lo hubieran retornado si tampoco me habría devuelto a mí el mío y me sonrió diciendo: “POR SUPUESTO que te lo habría devuelto, era sólo un comentario”.
Mis hijas y alguien más “ya sabían” que lo iba a recuperar porque creen en esas leyes no escritas del Universo según las cuales “el que la hace la paga” y viceversa, así que no se extrañaron nada de nada cuando les participé que mi smartphone volvía a acompañarme en la salud y en la enfermedad…
La honestidad de LuisFlo no debería ser la excepción sino la regla; todos deberíamos en alguna medida ser como él sin plantearnos si hacemos bien o mal sino únicamente “lo que tenemos que hacer” y seguir nuestro camino por la vida dando buen ejemplo a esa conciencia torturada socialmente que continúa mostrándonos ejemplos de que los ladrones son simpáticos o dignos de imitación (siempre que no nos roben a nosotros sino al de al lado, claro está).
La honestidad de LuisFlo la asumo como mía y se la agradezco desde el corazón porque sé que con personas sencillas que no dan importancia a un acto así es como la humanidad podrá ir cambiándose de a pocos y avanzando hacia “un mundo mejor”. No es utopía esto, sino una realidad pequeña que sale de la conciencia de cada ser humano de devolver lo que no es suyo aunque se lo encuentre tirado en la calle.
Y, como él mismo apuntó: “no me des las gracias, estoy seguro de que tú habrías hecho lo mismo”. Así que…¡Tan amigos…!
En fin.
LaAlquimista
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