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Cecilia Casado

A partir de los 50

Pequeñas observaciones sin importancia (I)

Me gustan los paseos vespertinos; demorados y un poco lánguidos, dejándome acariciar por un sol rojo contundentemente mediterráneo. Bien por la orilla del mar dejando que el agua se estrelle contra mis pies, bien por el paseo dejando que las siluetas de otros paseantes iluminen mi mirada un instante vivaz, el suficiente como para suscitar el deseo de meterme un segundo en sus vidas.

Me gusta llevar un libro conmigo ya que he aprendido que es la coartada perfecta para observar con disimulo inocente a mis semejantes. Me siento en un banco a ver pasar la vida con el libro entre mis manos y es como si me catapultara a otro espacio diferente, privado e incluso un poco íntimo, desde el que puedo jugar a uno de mis -inocentes todavía- juegos favoritos.

¿Quién no ha fantaseado alguna vez inventando una biografía a perfectos desconocidos con los que se cruza durante un instante efímero?

¿Qué sentirán la pareja treintañera que empuja sendos cochecitos de bebé, llevando él sobre sus hombros a una niña de unos cuatro años y ella en su vientre a una nueva criatura de unos ocho meses?

Él es rubicundo y ya coquetea con la orondez, quizás por empatía con su mujer; ella también es alta, rubia y con la piel visible color cangrejo de río. Quizás han venido de muy lejos –lo deduzco por la camiseta del Barça que luce el hombre- a pasar unas vacaciones familiares “de luxe” en un “todo incluido” frente al mar… Les veo alejarse claqueando con sus “uglyshoes” de moda… Seguramente él dará envidia a sus compañeros de trabajo relatándoles pormenores –reales o exagerados- de lo bien que se vive en España, de lo barato que es todo y del gozo que supone poder ir por la calle en bermudas de baño con el torso desnudo sin congelarse ni que un policía te ponga una multa. Igual ella está deseando volver a su piso del centro de su país ex soviético y poder cocinar su comida de siempre y abandonar los calamares fritos, las croquetas de jamón, los buñuelos de bacalao y los palitos de pescado que componen el bufé libre de cada mediodía y cada noche. Harta de macarrones, de pizza congelada, de piña y melocotón en almíbar ¿pensará que sus vacaciones son maravillosas…?

¿Qué llevarán en la mente el matrimonio “de toda la vida” que se acerca por mi derecha? Él un paso por detrás de ella, llevando el bolsón –de ella- al hombro, como una especie de porteador urbano siguiendo al jefe de la expedición…que es ella. La mujer habla por el móvil en castellano mesetario –por lo bien que se le entiende amen que por los decibelios empleados- con una presumible hija a la que abruma con pormenores meteorológicos mientras el marido, siempre un paso por detrás, marca vista a la derecha hacia un par de bikinis que holgazanean en el chiringuito cercano.

Seguramente –en mi biografía inventada- detentan actitudes que han conformado a los personajes desde hace lustros; esa especie de “supeditación” pública del marido a la esposa –lo de llevar su bolso no lo entenderé jamás de los jamases-, esa aparente necesidad de ella de caminar un paso por delante, marcando una distancia absurda, cuando igual resulta que ambos están al mismo nivel…de lo que sea.

Luego vuelvo la mirada a mi libro que también tiene personajes interesantes…pero mucho menos reales.

En fin.

LaAlquimista

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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