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Cecilia Casado

A partir de los 50

Compromisos sociales y demás zarandajas

¿Qué consideramos como “compromiso social”? Podríamos decir que es aquella situación en la que nos vemos obligados a actuar de determinada manera aunque ésta no esté de acuerdo con nuestro sentir o nuestro deseo; una circunstancia que nos obliga de alguna forma a hacer algo para quedar bien o simplemente para no quedar fatal.

Ejemplos cotidianos nos asaltan cada día: celebraciones que no son de nuestro agrado pero a las que hay que asistir. Bodas, bautizos o funerales a los que se acude porque no queda más remedio ya que tenemos una relación con las personas involucradas y se va a notar demasiado la ausencia produciendo posibles y futuros malentendidos y/o consecuencias adversas.

Por “compromiso” se hacen regalos y visitas, por compromiso se devuelven invitaciones y se negocian relaciones, laborales o de las otras.

El caso es “no quedar mal” que ya es en sí motivo suficiente como para poner algo de carne en el asador aunque desde el corazón no haya ni el más mínimo latido por quienes suscitan el compromiso.

Lo más habitual suele ser decir que no se juega a este juego social en el que todos –menos los eremitas- estamos involucrados. Como no nos gustan las reglas de la partida decimos que no vamos a participar para luego, a la hora de la verdad, presentarnos vestidos de domingo en la casilla de salida.

Diría ahora que servidora, por compromiso, no va ni de aquí a la esquina, pero no sería del todo cierto. Hay veces en las que me meto en líos a los que me dejo arrastrar por no tener la suficiente valentía emocional como para saber decir “no” o, simplemente, escurrir el bulto.

A esto estoy aprendiendo –a lo de escurrir el bulto- fijándome en la actuación de algunas personas que se aplican en ser los mejores alumnos en esta asignatura que siempre se me ha resistido. Aprendo observando actitudes que conforman el decálogo de quienes dicen a casi todo que sí y luego hacen lo que les viene en gana (y ya lo tenían previsto desde el principio, cuando decían que sí)

Ejemplos habrá por arrobas, pero yo he visto últimamente unos cuantos, a saber:

– Los que aceptan una invitación, no vienen y no avisan de que no van a venir.

– Los que insisten en que te llaman un día de estos y cuando les llamas tú no contestan el teléfono ni devuelven la llamada.

– Quienes eligen para estar con los amigos el día que les conviene a ellos exclusivamente obligando al otro a adaptarse o nada.

Tener compromisos es casi lo más opuesto a “comprometerse”, ese verbo reflexivo que exige una toma de conciencia, un posicionamiento ante la vida y las gentes que deja pocas salidas para escurrir el bulto a la propia conveniencia. Siempre me ha llamado la atención cómo una misma palabra pueda abarcar conceptos disímiles, antagónicos incluso… pero así jugamos con el lenguaje y con la significación que más nos acomoda en cada momento asignarle. A veces, incluso, por puro compromiso así lo hacemos…

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar: (sin compromiso)

apartirdeloscincuenta@gmail.com

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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