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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Demasiado íntimo? Por LaAlquimista

Un querido amigo que lee estas fruslerías que escribo me hace, en privado -¿y por qué no en público si no hay nada mejor que contrastar opiniones?-, una crítica generalizada aduciendo que mis palabras son, en algunas ocasiones manifiestamente íntimas y que perfilan un entorno autobiográfico demasiado sincero. Este comentario, que agradezco porque me hace reflexionar, ha cumplido sobradamente su –supuesta- intención; he reflexionado y largo.

¿Quién no ha leído alguno de esos libros de autoayuda escritos en el “american way of life” que poco o nada tienen que ver con nuestro pequeño trozo de Europa? En esos libros, tantos como hay dando mil consejos para sobrellevar con dignidad la entrada en la vejez, para aprender a llevarnos bien con el tiempo libre y propulsar los niveles de autoestima –sobre todo femenina- hasta más allá de toda lógica, no he visto que se hablara de las pequeñas cosas de cada día, de nuestro día, de esas “quisicosas” que hacen que nuestro día a día pueda ser feliz y contento o una porquería. Esos sesudos psicoanalistas,(no sólo norteamericanos sino sudamericanos también) psicólogos, psiquiatras, sociólogos y asesores –con su traducción inglesa de personal trainers, coaching y demás, obviamente escriben para su gran público, entendiéndose éste por miles y miles de lectores, ergo imposible salirse de la pura generalidad.

Yo me pongo las zapatillas para contar mi pequeña filosofía de andar por casa y cuento lo que veo, siento y huelo a mi alrededor, en una ciudad de provincias del norte de España donde se hace triste realidad eso de que “el mundo es un pañuelo”. Así pues, escribo sobre experiencias ajenas –que tengo acceso a un gran catálogo- poniéndolas en primera persona y las mezclo mal que bien con las mías propias y como me moriría de vergüenza si utilizara el plural mayestático, de esta forma hago que los palos sean para mí.

Como tengo más de cincuenta años, la mayoría de mis colegas son de la misma quinta y por eso que mis verduritas son de una huerta de confianza. Sin embargo, por peculiaridades de mi personalidad, me relaciono con una abundante muestra de seres humanos de todas las edades; es decir, que una de mis mejores amigas tiene treinta años más que yo y sigo aprendiendo de ella y observando el camino por el que –espero y supongo- tendré que transitar yo también. Y tengo dos hijas, muchísimo más jóvenes que yo, que me trasladan el prisma particular de la juventud de este momento. No escribo de oídas. Y algunas anécdotas son personales y otras –muchas de ellas- les han ocurrido a personas de mi entorno, pero las hago mías, con permiso, por si pueden aportar algo –que a mí me lo aportan- a quien las lea.

Y cuando hablo de la soledad hablo de la soledad de todos y cuando pienso en la tristeza sé que cada cual tiene la suya y quién no ha tenido un amor que se ha ido y quién no ha gritado mirando al cielo y a quien no le vino lo bueno de la mano de lo malo y quien no ha tenido una cuñada insoportable, un jefe antipático o soñado con que sale a la calle en ropa interior.

Por eso le he dicho a mi querido amigo que no se apure por mí, que contar estas naderías no es más que un puro ejercicio estilístico de escritura. La reflexión que la haga quien quiera.

LaAlquimista.

Nota Bene.- ¿Qué tal un comentario o crítica? Gracias.

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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