Las fiestas de Navidad son como la marea alta o el deshielo: llegan indefectiblemente a su tiempo, con una cadencia irreversible y, aun siendo esto así, demasiadas personas las ven venir, como a una locomotora imparable, echando humo, avisando –nada traicioneras- y no se apartan de su camino ni toman las precauciones mínimas para no ser arrolladas o barridas por el empuje imparable que traen sus aguas. Luego, claro está, vienen las quejas.
Vamos a dejar constancia aquí de unos pequeños (pero certeros) trucos para hacer que la Nochebuena, ese pórtico de las fiestas del mundo cristiano, transcurra de una forma feliz.
Truco para las cocineras (o cocineros)
El estrés pre-navideño del “qué pongo en Nochebuena” se verá acentuado por la confección de viandas desde un par de días antes; por nervios culinarios y revuelo de cazuelas y lo más probable es que acabes “de los pelos” amasando croquetas, batiendo claras a punto de nieve, picando todo lo que llevan las salsas y dejándote los higadillos para presentar a tus familiares fuentes abundantes y variadas de comida que, ni en el más atrevido de los sueños, podrán comerse sin morir en el intento. Así pues, ten un momento de lucidez –antes de que sea demasiado tarde- y PON LA MITAD DE COMIDA. Seguro que te agradecen con lágrimas en los ojos un cambio hacia la austeridad en el menú nochebuenero. ¿Dónde está escrito que haya que poner sobre la mesa langostinos, jamón, salmón ahumado, fritos variados, huevos rellenos de diversas sustancias, patés untables, y gulas con gambas…para picar? Si lo que entra de verdad bien es el caldito con un primer plato sencillito, como el cardo… ¿De verdad van a agradecer los estómagos familiares un capón relleno de mil frutos, una lubina de dos kilos con sus ajitos dorados o una bandeja de marisco a precio de perfume francés? Si, en realidad, con una ración comedida de “cualquier cosa rica” basta y sobra para contentar al estómago… Luego, eso sí, la bandeja de postres navideños que sea tan grande y surtida como se quiera; total, va a durar hasta finales de febrero… Una cocinera “reventada” no puede ser una comensal feliz. Baja el pistón. Sé comedida por una vez, ya verás qué bien te sientes.
Truco para las anfitrionas.- (o anfitriones)
Una de las angustias recurrentes en la mesa de Nochebuena suele ocurrir cuando, casi siempre la anfitriona oficial de la casa, léase esposa, madre o abuela, comienza a tararear el temido estribillo de todos los años: “sírvete un poco más”, “venga, venga, que hay que acabar esto”, “come, come, come”… Esta es una de las maneras más eficaces de poner a la gente de mal humor: obligarle a comer más cuando no le apetece. A fin de cuentas, no somos del tercer mundo y uno de los placeres (absurdos, pero placer) ha sido desde siempre el hecho de dejar la comida en el plato. Que la Nochebuena no sea una tortura para los tuyos; así que si hay demasiada comida en la mesa, lo LÓGICO es que se quede ahí. No des la tabarra insistiendo. Para solucionar esto, compra de esos tuppers de usar y tirar que venden en los chinos y luego les pones a todos las sobras para que las disfruten otro día, lejos de miradas fiscalizadoras. De verdad, es un truco que funciona fenomenal.
Truco para los que tienen niños.-
Pon una mesa aparte para los infantes, no los sientes al lado de los adultos para controlar lo que comen y cómo lo comen. Es mucho mejor que hagan una pequeña escabechina por su cuenta, en su territorio, y que os dejen a los adultos disfrutar de la fiesta en paz. Ponles comida a su medida, lo que sabes que van a comer sin rechistar y ya aprenderán otro año a manejar la pala de pescado y a limpiarse con la servilleta antes de llevarse a la boca la copa de agua. Si son demasiado pequeños para compartir el tiempo de cena familiar, a dormir antes de los aperitivos, faltaría más. No hay nada más estresante para los comensales que tener que soportar a los niños metiendo bulla y, si son ajenos, la cosa ya puede ser de juzgado de guardia, así que, “juntos, pero no revueltos”.
Truco para no enzarzarse en peleas dialécticas.-
Uno de los desencadenantes de los rifirrafes familiares suele ser, no precisamente la disparidad de ideas u opiniones sobre las cosas en general, sino la ingesta equivocada de alcohol. Cuando digo “equivocada” me estoy refiriendo a creer que cuanta más cantidad de bebidas se ingiera uno se divierte más y, lamentablemente, suele ser lo contrario: la diversión se tropieza con el muro de la borrachera y la falta de lucidez. Pero no es tanto el tema de la cantidad en la ingesta de bebidas alcohólicas –que también- sino la calidad de las mismas. Siempre he pensado que “el buen vino no emborracha” (a menos que te bebas una añada entera) y que los problemas entre comensales navideños suelen exacerbarse por la ingesta de vinos de mala calidad (es decir, BARATOS) y champanes de tres al cuarto, amen de licores varios que, en otra época del año, nadie osaría poner sobre la mesa. Sin olvidar la horrorosa tendencia a mezclarlo todo sin criterio ni dos dedos de frente. Beber poco es sano, pero beber BUENO es muchísimo mejor.
Truco para los que no aman a sus familiares.-
Esta suele ser “la madre del cordero” del éxito o fracaso de tantas reuniones navideñas. Aquí no cabe más que la reflexión SINCERA que se pueda hacer con uno mismo. Si ODIAS a alguien de tu familia, directa o política, intenta limpiarte de esa energía negativa ANTES de meterte en la boca del lobo y sentarte a la mesa con alguien que te cae manifiestamente mal. Excepto que no abras la boca en toda la cena, será casi imposible que las chispas no salten en algún momento y, obviamente, el mal ambiente estará asegurado durante la celebración que, precisamente, tiene que ser eso, una celebración y, como tal, agradable, tranquila y si es posible cargada de buenas intenciones. Cuando hay malas relaciones familiares NO es absurdo pretender establecer una TREGUA por unas horas en las que todos los afectados pongan de su parte cuarto y mitad de cariño, paciencia y amor hacia los demás. Es un truco que no falla. Y si uno no quiere dar su brazo a torcer y persiste en la beligerancia, de verdad, sé coherente y quédate en tu casa sin hacer extensible al resto de la familia tu (seguramente justo) enfado.
Y hasta aquí hemos llegado. Si alguien conoce otros buenos trucos para pasar una Nochebuena Feliz, que los cuente aquí y ahora…
Con PAZ. Con AMOR.
Y que se contagie a todos los que nos rodean.
LaAlquimista
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