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Cecilia Casado

A partir de los 50

Crecimiento personal “Estar en paz sin motivos”

 

Veo titulares tontos, decálogos maravillosos, trucos infalibles, consejos secretos, todos ellos encaminados a sentirse mejor o más seguro de sí mismo o, simplemente, vendernos algo que tiene excedente de stock en el almacén del mercachifle. Tanto da que estemos tranquilos en el sofá de casa, siempre llamará alguien a una puerta virtual para convencernos de que podríamos estar mucho mejor si hiciéramos (compráramos) tal o cual cosa.

Y seguramente no les falta razón (a los vendedores de humo) puesto que el ser humano occidental está tan cansado de correr detrás de la zanahoria atada al palo de la felicidad que ya le da lo mismo “arre que so” con tal de sentirse parte del todo social y no formar parte de los expulsados de la Arcadia consumista.

Así nos han vendido que la paz viene de la mano de la seguridad, tener un trabajo “bueno”, un piso en propiedad, un plan de pensiones y unos cuantos cientos de miles de euros aquí o allá, en forma de apartamento en la costa, casa en el pueblo o un par de locales que nos den buena renta mensualmente. El pueblo seguro duerme tranquilo y por la mañana se siente en paz.

Formar parte del grupo aceptado es cosa importante también, nada de marginarse estúpidamente en pos de ideales pueriles. La familia como núcleo sacrosanto, la patria (chica, grande o de las otras), la religión (del latin re-ligare) y después lo que venga si es que tiene que venir.

A toda esta retahíla de “motivos” le pego un repaso con la “borragoma” y dejo el folio en blanco. Vuelta a empezar porque no me vale ninguno –aunque haya crecido con estas directrices educacionales. Digamos que empiezo por el final, digamos que me miro por dentro ahora mismo y dejo que me fluya lo que siento. Digamos que estoy tranquila, digamos que le llamamos “paz”.

¿Cuáles son mis motivos para sentirme de esta manera?

Pues no sé; llevo ya diez minutos mirando la pantalla, mirando por la ventana, mirando a mi perro y… ¡no se me ocurre nada especial!

 Igual es que no tengo preocupaciones “al uso” del tipo tengo que pagar un crédito –porque no le debo nada a nadie- o igual puede ser que “no le debo nada a nadie” pero no únicamente en lo material sino en lo espiritual y emocional. Es decir, que se me han ido cayendo por el camino vital los “tengo que” y los he sustituido por nada, dejando en el sitio que ocupaban un vacío hermoso, silencioso y pacífico.

El hecho de que mis hijas estén felices recorriendo su camino me parece consecuencia del trabajo que realizan ellas y el premio de su esfuerzo. El hecho de que mi salud no padezca requiebros también se me antoja como parte natural del asunto porque no la expongo a agresiones externas de casi ningún tipo; me protejo de la toxicidad, tanto de la química que viene con los alimentos como de la emocional que viene con algunas personas. Tampoco deseo grandes cosas ni tengo proyectos que me quiten el sueño; me conformo con lo que tengo en el momento presente y lo disfruto en vez de quejarme por lo que supuestamente me falta que, sinceramente, todavía no sé qué es…

Entonces… ¡Si no tengo dinero, ni fama, ni lujos de ningún tipo…! ¿por qué me siento en paz conmigo misma y con la vida? Si teóricamente he perdido mi estatus cuando acepté una prejubilación mal remunerada, si supuestamente estoy marginada de mi familia de origen, si no tengo un marido que me dé seguridad y aval social, si mi coche tiene más de diez años y mis arrugas varios decenios, por qué todo esto me trae al pairo y sigo estando tranquila y conforme con la vida que llevo…?

Ojalá que me queden muchos años por delante todavía para seguir reflexionando sobre el tema…

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Foto: Amanda Arruti (Puerto Progreso. Yucatán. Mérida)

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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