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Cecilia Casado

A partir de los 50

“Flores Café”. El rinconcito de escribir

Estoy demasiado acostumbrada a que los lugares públicos donde se puede tomar un café o comer algo rico sean ruidosos por efecto directo de las personas que se juntan allí para compartir. Tal parece que es difícil hablar en voz tranquila y de uno en uno y es por eso que –a poco que nos fijemos- ni tan siquiera se molestan en poner algo de música en cafeterías y bares de paso; total, el volumen de las conversaciones va a ser TAN fuerte que no iba a servir para casi nada una banda sonora musical. Por eso –y en contra de mis deseos- siempre escribo en casa, donde puedo manejar libremente los niveles de ruido exterior e interior. No me veo en la profundidad de un parque con el ordenador a cuestas, lo sentiría como una especie de intromisión u ofensa al entorno, pero todo llegará por pura necesidad, me temo…

Curiosamente, a miles de kilómetros de distancia de casa encuentro el lugar perfecto donde se puede leer, escribir, charlar, tomar café, escuchar musiquita y comer cosas ricas. Es un concepto íntimo para hacer que el personal “se sienta como en casa”, con una decoración acogedora, profusa en flores (de ahí su nombre), plantas, sillones confortables y mesas cómodas para escribir o comer. El lugar donde quedarías lo mismo con una amiga para tomar cafecito que con un periodista para una entrevista o con alguien para sellar un acuerdo. Ese sitio que se convierte en comodín de las mañanas calurosas, lugar dulcificado por los aromas que vienen de la cocina, olor a pasteles de la abuela, nostalgia de cosas ricas que apetece probar o llevarse a casa. Frescor de jugos tropicales o “aguas de colores”, ricas y sabrosas batidas a ritmo de suavecito jazz.

El pequeño jardín verde de follaje y azul de la alberca y el cielo, rojos y rosas de las flores, una paleta de colores que se reproduce gracias a los cuadros del pequeño taller de una artista local (la joven Diana Castellanos) que se mimetiza con el entorno para expresar su arte o se deja fluir sin estridencias, no lo sé muy bien.

 

Parece que en este lugar todo está en su sitio correcto, ubicado expresamente para invitar a la paz, al sosiego, al ensueño incluso. El chef veracruzano en la cocina, los jóvenes dueños, María y Orlando, que no renuncian a la presencia de su hermoso Leonardo (el primer bebé que veo en un sitio público que no llora ni molesta), con sus dulces caseros, pasteles y tartas y Michele que es el “alma mater” de toda una familia ocupándose de un negocio que no parece un negocio sino un lugar doméstico y acogedor que invita casi a descalzarse y ponerse cómodo.

Aquí paso mis mañanas calurosas yucatecas desde hace unas semanas. Aquí escribo mis cosas, contesto mis correos y sueño los sueños que todavía me quedan por soñar. Pienso que cuando vuelva a casa voy a echar en falta este pequeño “txoko” amistoso y acogedor, que me llevaré en un rinconcito del corazón al buen amigo Vittorio que me sonrió desde el primer día que entré por la puerta y me prepara el jugo de naranja y el pan tostado con aceite con tanto mimo y cariño.

Cuando regrese a San Sebastián buscaré el “Flores Café” en alguna esquina olvidada de algún olvidado barrio, creyendo que es posible que la prisa y el hacer dinero sea un plato que nunca está en el menú… ¿Habrá algún lugar donde no parezca que los camareros estén enfadados con el mundo? ¿Un pequeño oasis donde todo esté limpio, no haya gritos y la gente no arroje las servilletas de papel al suelo…? Volveré al “oído cocina” a voces, al ruido y a la bronca de nuestros bares, a las televisiones a toda pastilla, a las conversaciones de hablar todos a la vez, a la cerveza mal tirada y el vino barato a precio de vino bueno, y a las grasazas y sus aromas y …

Yo me quedo un rato más en el “Flores Café”, en esta esquinita yucateca que está un poco escondida, como lo están todos los tesoros.

 

En fin.

 

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


marzo 2015
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