Este blog de nombre tan poco cool no vende nada, ni siquiera está de rebajas. Es un blog sin enlaces a webs de gurús ni a links donde se vende humo por paypal y quizás por eso –porque todo es gratis- no salta a la primera plana de las redes sociales ni es viral de ninguna manera. Y digo esto porque, en mi todavía persistente ingenuidad, me he dado cuenta de que todo, lo que se dice TODO lo que aparece en medios digitales tiene –enmascarado o explícito- un fin crematístico ineludible; vamos, que está ahí para que alguien saque dinero del asunto, bien vía publicidad, vía venta directa o por “experto interpuesto”.
La verdad es que da mucho gusto regalarse compartiendo con la conciencia tranquila de que si a alguien le sirve la personal experiencia y se ve reflejado en el espejo, eso es bueno, bonito y barato. En realidad no me quita el sueño que lo que cuento tenga detractores o seguidores porque lo que hago va a la cuenta del desarrollo personal y estoy llegando a la estación del recorrido vital en la que me da (casi) lo mismo lo que opinen de mí.
Ni periodista ni psicóloga soy, a pesar de que alguien ha podido pensarlo por mi manera de expresarme o por publicar en la plataforma de un medio digital y, precisamente, por no serlo es por lo que puedo contar lo que me dé la gana sin que nadie se rasgue las vestiduras ni que un colectivo determinado me tache o de intrusa o de arribista, pero sobre todo porque no está “don dinero” de por medio.
Lo que se da gratis o se toma o se rechaza, no hay más que decir ni reclamación posible y es una baza interesante…¡qué duda cabe! Sin embargo, lo que no tiene precio en la etiqueta (o ni siquiera etiqueta) es a veces menos valorado en nuestros círculos mercantilistas pergeñados con el único fin de ganar dinero aunque tendría que reivindicar que soy como tantos jóvenes de hoy en día, que ando por aquí “haciendo prácticas” sin cobrar, tan sólo por aprender y hacer currículum.
En otro tiempo, siempre las prácticas fueron pagadas porque no había ley que amparase la situación de permitir a un empresario tener a un trabajador aprendiendo y sin recibir a cambio una pequeña remuneración, lo justo para cubrir gastos o incluso el salario mínimo, pero ahora mismo se dan con un canto en los dientes miles de jóvenes que, con estudios importantes finiquitados, están dejándose los higadillos en trabajar en algo que sobre el papel no sería más que esclavitud encubierta y hoy en día se llama becario o contrato de prácticas.
Pues eso, que soy una becaria de la vida –y por muchos años- que dedico mi esfuerzo cotidiano a “hacer currículum” y compartir con quien pueda estar interesado lo que he malaprendido a lo largo de muchos trienios y ofrecer ejemplos para, si alguien se ve reflejado, pueda espabilar en blog ajeno o por lo menos regalarse unos minutos de reflexión y frenar antes de la siguiente curva.
Alguien me dijo una vez que era una especie de “consejera en cosas de la vida” y me dio un gran ataque de risa; cuando se me pasó pensé que igual era cierto de alguna manera si tenemos en cuenta que mis experiencias no son siempre edificantes o ejemplares y que están marcadas por el signo inequívoco de lo real como la vida misma sin photoshop social o emocional.
He recibido del Universo y sus gentes grandes regalos en forma de cariño, ayuda, experiencia y ejemplo; yo también quiero aportar mi granito de arena, porque de bien nacidos es ser agradecidos.
En fin.
LaAlquimista
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