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Cecilia Casado

A partir de los 50

La tía Margarita ya no está

Ayer falleció la tía Margarita con 89 años y toda una vida de amor y servicio a los demás en su corazón. Fue la octava de los once hijos que tuvieron mis abuelos paternos y la única hija que permaneció soltera; seguramente tendría pretendientes –porque bien guapa que fue- pero yo la recuerdo como la cuidadora amorosa de la familia. Acompañó la vida cansada de la abuela hasta el final y luego cuidó del abuelo. Se dedicó en cuerpo y alma a mitigar muchas penurias familiares haciéndose cargo de sus hermanos solteros hasta el último suspiro y acogió amorosamente a algunos hijos de sus hermanas cuando éstas se vieron desbordadas. La anciana criada de los abuelos también contó con su mano dulce y sus cuidados hasta el último suspiro. Y cuando ya apenas nadie la necesitaba, abandonó la ciudad, la cómoda vivienda familiar, las rentas que le permitían vivir holgadamente y marchó a Portugal, llamando a la puerta de una institución religiosa donde se dedicó, hasta antesdeayer mismo, a cuidar a enfermos abandonados y personas en exclusión social.

La tía Margarita fue la “solterona” que hay en toda familia numerosa, esa mujer a quien todos devuelven el cariño que regala pero que, en algún momento, suscita una especie de “pena” por la vida que lleva, lejos de los fastos del mundo, sin marido, ni hijos, ni aparentes alegrías. ¡Qué gran error juzgar o presuponer lo que sienten otras personas guiados por criterios superficiales!

La tía Margarita no salió jamás en un Telediario como ejemplo de amor y entrega a los demás desde la sencillez de un alma llena de generosidad; ningún suplemento semanal fue hasta el pueblecito de Portugal donde vivió en paz consigo misma, despojándose de cuentas y haberes que entregó a la comunidad y donde trabajó durante muchísimos años haciendo lo que mejor sabía hacer: confortar al que sufre, consolar al enfermo, amparar al desarraigado y transmitir ese amor divino que ella sentía en el fondo de su corazón.

Porque Margarita era, al igual que toda su familia, profundamente creyente, pero no con esa “fe de carbonero” que se conforma con cumplir cuatro preceptos los domingos y fiestas de guardar, sino con la fuerza vital de sus brazos sujetando al que caía, con la vivacidad de su palabra alegre, la voz que consuela, la mirada que acompaña, la pura imagen del amor puro.

Hacía ya muchísimos años que no la veía, desde que abandonó España y se asentó en el país vecino; lo último que supe de ella fue su despedida, su decisión de “dejarlo todo para tenerlo todo”, y allí quedaron sus pequeñas joyas que regaló a la familia, llevándose como equipaje lo que más valor tenía, lo que le sustentó hasta el final de sus días: el AMOR.

Incomprendida al principio, criticada seguramente en voz baja, pasaron los años y no quiso volver; acogió los últimos años al hermano soltero que quedaba enfermo y lo cuidó fraternalmente. Luego, lo enterró cerca y dejó preparado el lugar en la tierra en el que ella reposaría cuando llegara el momento.

Falleció ayer mismo en un Hospital lejano, lejos de la familia, pero cerca de esa otra gran Familia que ella había elegido para sí, aquella que no cuenta apellidos ni fortunas para tender la mano a quien está sufriendo y que iguala a todos los seres sin distinción alguna. Mis primos y primas le ofrecerán Misas y plegarias para su eterno descanso; yo le dedico estas líneas de agradecimiento por haberme regalado un ejemplo maravilloso. Y por hacerme reflexionar sobre “el verdadero sentido de la vida” que no es otro que aquél que cada uno percibe en su interior y se atreve a poner en marcha y llevar a cabo. Toda una aventura, la vida de la tía Margarita.

Descansa en paz, tía y cuando llegues al “cielo” en el que creías, dale un fuerte abrazo a mi padre, a los abuelos y a todos mis tíos…que también andarán por allá…

En fin.

LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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