“Estoy haciendo cambios en mi vida; si no vuelves a saber de mí…
tú eras uno de ellos”
Aprovecha el cuarto de hora de lucidez que te ha asaltado esta mañana –después de una noche de feliz descanso- y agarra las tijeras de recortar la vida y pon en marcha todos esos cambios que dan vueltas en tu cabeza desde hace tiempo y para los que siempre tienes o demasiada pereza o demasiada benevolencia. Esos “asuntos pendientes” que lastran la naturalidad, apergaminan las emociones y pesan en la mochila vital igual que si fueran piedras.
Empieza por esa persona “especial” que lo único que tiene de especial es que te vuelve loca porque te has creído que siempre tienes que llamar tú; bórrala del móvil, del whatsapp, reniega de su amistad por Facebook y pásale el “Pronto” emocional, ése que cambia el polvo por brillo, que mejor lo segundo en paz que lo primero a según qué precio.
Ya puestas, dale el mismo tratamiento a la amiga “íntima” que sólo llama cuando el marido tiene un plan y la deja tirada; en el fondo no te lo pasas nada bien con ella porque ni estáis en la misma onda, ni te gustan los sitios a los que te obliga a ir. Bórrala de tu lista mental de amigas, ya verás qué tranquila te quedas y si te vuelve a llamar, no contestes que para eso tienes un smartphone.
Hablando de “amigos”, puede ser este el momento apropiado para hacer limpia de “malas hierbas” y –de una vez por todas- apartarse de esas personas que critican a todo el mundo a sus espaldas y luego dicen: “no, si a mí no me gusta hablar de nadie, pero…”. Los que te hablan de la vida de los otros también hablarán de la tuya cuando tú no estés. Con estos no hay que tener cuartelillo aunque te quedes sin las cenas en la sociedad o el pintxo-poteo en cuadrilla.
De paso, puedes echar una mirada al árbol genealógico y dar un repaso a esos familiares que lo son únicamente porque están en la misma rama que tú pero que ni te dan cariño ni apoyo, y que encima os caéis fatal. Agarra un tippex mental y procede. Ni se van a dar cuenta hasta las próximas navidades en las que, simplemente, ni te llamarán ni les llamarás. Y si por un bucle inesperado te invitan a alguna “celebración” aprovecha para decir que no, que no te viene bien o que ya tienes otros planes. Te pondrán a parir a tus espaldas pero te ahorrarás el mal rato.
No olvides a esos “colegas del curro” que son las comadres de la máquina del café y que pretenden que te unas a ellos. Aprovecha para darte un respiro y tomarlo –el café- en tu mesa o estirar las piernas por los pasillos. Si el grupo no te gusta pero formas parte de él estás tirando piedras contra tu propio tejado y eso pasa factura emocional, vaya que sí…
Te digo todo esto porque me he acordado de todas las veces que me has dicho que vas a hacer cambios en tu vida y siempre lo dejas para más adelante. Dices que a veces te reprimes porque le tienes miedo a la soledad y que otras veces no lo haces porque temes perder cierto grado de comodidad social. Ya. Te comprendo perfectamente.
El caso es que he hecho el resumen de todas tus quejas, de todos los “cambios” que tienes pendientes –según tú- por hacer en tu vida y que yo me sé de memoria porque he sido durante muchos años el hombro cariñoso en quien has derramado cientos de penas y varios litros de lágrimas. Te he hecho la lista y te la mando por email en pdf por si la quieres imprimir y pegarla en la puerta de la nevera, ahí donde tienes la tabla de calorías y los imanes que te traen quienes van de vacaciones a esos sitios divinos a los que tú nunca te has atrevido a ir.
Espero que comprendas que esto no es nada personal sino un ejemplo perfecto de cómo hacer cambios en la propia vida pasando de la idea al pensamiento y del pensamiento a la acción.
Que te vaya bonito y encuentres tu camino feliz; yo también busco el mío.
Sin acritud.
En fin.
LaAlquimista
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