La valentía de viajar sola | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

La valentía de viajar sola

 

En los largos períodos de mi vida en que he estado sin pareja estable –que no han sido pocos ni a este paso parece que vayan a reducirse sustancialmente- me he encontrado de frente con uno de los prejuicios peores y más dañinos que puede padecer una mujer libre, libre en el sentido total no en el sentido social o marital, y no es éste otro que el “miedo a viajar sola”. La sociedad y los amigos –sobre todo los amigos y ellos sabrán porqué- ponen el grito en el cielo aunque sea en sordina cuando ven que agarro el portante y me voy por ahí, con mochila o sin ella, a disfrutar del tiempo libre vacacional o a investigar qué es eso llamado “mundo”.

Mi primer viaje sola lo hice a los veintiún años y fue la aventura de ir a Madrid haciendo auto-stop (qué tiempos aquellos) y tardar en volver a casa varios meses, justo el tiempo en que, en vez de comerme la gran ciudad ella intentó merendárseme entre pan y pan y amplié horizontes dando la vuelta al mapa para acabar en Sevilla enamorada de rebujito y palmas. A pesar de los momentos “malos”, me di cuenta de que podía estar sola, moverme sin que el mundo se me cayera encima, sin peligro para mi integridad física –con un mínimo de prudencia lógica bastaba y basta todavía- y, sobre todo, que la emoción del “todo por descubrir” no había hecho más que empezar.

Luego me casé y viajé en pareja; luego me descasé y viajé sola. Comenzó de esta manera un ciclo intermitente de “ahora con, ahora sin” y que me fastidiaba en grado sumo puesto que me producía cierta inestabilidad. Es decir, grandes viajes “con”, pequeñas escapadas “sin”, como parece ser que marcaban los cánones de la época. También estaba el apaño de viajar con amigas pero no lo he hecho más que una vez en toda mi vida y la experiencia fue buena pero no la ideal ni para ella ni para mí ya que no hemos vuelto a repetir…

Pero no quiero hablar de los viajes vacacionales a lugares más o menos exóticos, hay muchas experiencias en single que llevar a cabo y lo de “suplemento habitación individual” no está superado pero se paga y punto. Los viajes organizados están ahí para quien guste de ellos, no estoy a favor, puede ser horrible tener que compartir el tiempo con desconocidos impertinentes, bastante hay ya con los impertinentes de la propia familia (es un suponer y sin señalar).

Un par de veces al año me alejo de “la tierra Media” y me voy a “mi otro mar”, donde los vaivenes meteorológicos no alteran el ánimo de forma brusca como es habitual en mi ciudad. Diferencias de 20º en 24 horas no hay ánimo que las soporte sin deprimirse o ponerse a gritar de desconcierto. Un par de  veces al año, digo, agarro a mi perrillo, cargo el maletero y piso el acelerador durante 500 kms. para cambiar de aires. -¿Sola, te vas sola de verdad? Me preguntan retóricamente quienes ya saben que es una costumbre en mí. -¡Y si te pasa algo, a quién llamarás? Pues no sé, a algún vecino, al 112, a los Mossos de Escuadra, yo qué sé…!!!

Sé que soy “valiente” por comparación con quienes son “cobardes” y no se atreven a estar en silencio, en soledad, durante más de cuatro días mal contados. Pasear por el paseo marítimo entre familias, parejas y grupos ruidosos. Sentarse en una terracita entre sangrías y pescaditos (congelados) fritos. Ir a la playa a compartir agua y arena con huestes extranjeras con permiso oficial de invasión pacífica en teoría. Y los restaurantes… ¡mesa para uno, por favor! -¡Una paella o una fideuá no puede hacerse para un solo comensal! Pues me la pido para dos y lo que sobre en un táper para llevar…!

¿Qué ocurre cuando no se tiene pareja y las amigas sí la tienen y viajan por su cuenta? ¿Y si no hay familia con quien compartir viajes? ¿Y si llega el 2×1 y no puedes apuntarte? ¿Y si…y si…?

Voy y vengo y mientras tanto me entretengo, duermo cuanto quiero a la hora que quiero, canto mientras pelo vainas y bailo mientras se cuecen, con la excusa del perro me meto en los chiringuitos a la hora de la luna y a él le pido un pocillo con agua para acompañar el mojito que me tomo yo. A veces se acerca alguien a charlar, a veces no se acerca nadie y se conforman con mirarme lo guapa que voy con mi vestido largo de verano y la melena al viento, a veces, tan sólo a veces… también los que somos valientes y vivimos con alegría la soledad tenemos razón.

No todo está perdido: algunas mujeres jóvenes empiezan a darse cuenta de que ya no hace falta pedir permiso para sacarse el pasaporte, algunas mujeres de mi edad han aprendido que el “viaje de aventura” les sigue estando permitido, algunas mujeres mayores que yo siguen haciendo el viaje a Itaca saludando a las sirenas y enamorando algún que otro viejo lobo de mar. No todo está perdido.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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