Quiero tener buena salud y mala memoria | A partir de los 50 >

Blogs

Cecilia Casado

A partir de los 50

Quiero tener buena salud y mala memoria

La frasecita de marras ha sido atribuida a diversos personajes a lo largo del tiempo y en no pocas sobremesas; unos a favor y otros en contra. Cesare Beccaria resumió en estas dos condiciones el concepto de felicidad y a Enrique Rojas le pareció que también servía para prevenir la depresión. Un par de actrices famosas la repitieron y se les tuvo por originales (Edwige Feuillière e Ingrid Bergman). Pero ¿qué hay de cierto en ello?

Lo de la buena salud es obvio que no admite discusión, pero lo de la mala memoria… eso ya es harina de otro costal. Porque olvidar implica no únicamente dejar en el limbo de los recuerdos las buenas vivencias, la infancia feliz, el primer amor o los segundos besos sino condenar al ostracismo las ofensas recibidas, el daño soportado, el dolor que atesoramos como un mal necesario. Unos dicen que hay que conservar la memoria –no sólo la histórica sino la personal- para no volver a tropezar con la misma piedra o para estar ojo avizor y no dar la espalda a la puerta, como los mafiosos. ¿Y cómo se consigue tener actualizada la memoria?

En nuestra mente, las copias de seguridad se realizan a través de una herramienta absolutamente eficaz: el rencor. Ese resentimiento arraigado y tenaz que extiende el recuerdo nefasto del corazón al cerebro y donde se enraíza para los restos.

No importa cuánto de bueno pueda depararnos la vida, el rencor es una especie de chivato rojo que hace sonar las alarmas cada vez que bajamos la guardia y sentimos que podemos redimirnos de viejos dolores. Una herida que no permitimos que cierre salpimentándola continuamente, para que nos mantenga alerta, porque desdeñamos y hacer borrón y cuenta nueva.

El rencor impide que su antídoto, el perdón, extienda su bálsamo en nuestra alma, y de esa forma seguimos, en un círculo interminablemente vicioso, renovando nuestro sufrimiento cuando está a punto de caducar. De nada sirve solicitar el perdón de quien se permite sentir rencor, es una batalla perdida de antemano. Aunque, eso lo sabemos bien, la guerra contra uno mismo continúa.

Sin embargo, cuando alguien nos pide perdón, deberíamos tener la humanidad de perdonar. Y revisar en ese momento nuestro haber de ofensas inferidas y tener la humildad de solicitar perdón.
Cuando aprendamos a perdonar, todo nos será perdonado. Creo que hasta lo dice ese padrenuestro que nos enseñaron a recitar como loritos y que bien poco hemos puesto en práctica.

La verdad es que a lo largo de mi vida me ha costado mucho trabajo aprender, tanto a perdonar como a solicitar el perdón. Creo que ando a mitad de camino de la felicidad: cuanto más me falla la memoria mejor me encuentro de salud. Si me doy prisa llegaré al final amnésica, saludable y por fin, feliz.

En fin.

LaAlquimista

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


diciembre 2010
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031