Había una frasecita hace años, de esas que todo el mundo tomaba por verdades verdaderas, que decía: “una persona sin información es una persona sin opinión”. Claro que todo es relativo, que incluso esto puede ser una falacia, porque ¡cuánta gente no habrá que se permita opinar sin saber nada de nada…¡. (Conocemos a unos cuantos de estos, seguro). Pero a lo que voy.
Las noticias del día se comentan en el trabajo, con los amigos, con la familia, uno se rasga las vestiduras por cómo ve que se hacen las cosas y en el interior de quien más quien menos se esconde un héroe valiente e inteligente que lo hubiera hecho mejor.
Pero cuando hay más tiempo libre, o cuando ya no se trabaja, no hay excusa para decir que “es que no tengo tiempo ni de leer el periódico”. Además, ni siquiera hace falta comprarlo ya que para eso están las ediciones digitales.
Y es horrendo, lo juro, pasear el tiempo por noticias mal redactadas, editoriales tendenciosas, artículos de opinión que confunden al personal –no quiero citar ejemplos, no me la juego- y eso sin contar con las páginas dedicadas al vulgar cotilleo que desprestigia al que lo escribe y avergüenza al que lo lee.
Me entra la duda de si ese “estar al día” corresponde únicamente a la necesidad de tener algo que comentar con los demás o si es un verdadero interés por lo que ocurre en el mundo. Resulta difícil creer que el ciudadano vulgar y corriente pueda preocuparse por TODO lo que ocurre en el planeta. Ni siquiera por todo lo que ocurre en el entorno cercano, son tantos los temas, es tanta la miseria.
Así que he decidido no leer la prensa durante unos días, ni encender la televisión. ¿Me quedaré sin información imprescindible? ¿Me quedaré sin opinión?. No lo sé, pero como es seguro que a mis pobres neuronas les vendrá bien un descanso voy a leer un libro de filosofía que tengo por aquí haciéndome guiños; no sé porqué me da que va a ser más liviano y relajante que las noticias cotidianas.
LaAlquimista
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