Dicen los que hablan en nombre del Gobierno que la crisis ya ha sido superada; algo así como anunciar a bombo y platillo que el 21 de Marzo comienza la primavera aunque siga nevando y los chuzos continúen cayendo de punta. Entonces, el ciudadano tiene que aceptar las circunstancias y sacar de su interior la fuerza y la inteligencia suficiente como para adaptarse una vez más a la situación.
Mi “secreto” para mantenerme cuerda consiste en escarbar entre mis reservas de positivismo, incluso “radicalizarme” en una actitud positiva que consiste en, ante los avatares de la existencia, utilizar únicamente herramientas que permitan erradicar la palabra -y el concepto- “no”.
Lo curioso es que estamos demasiado acostumbrados a utilizar el mencionado adverbio de negación precisamente para todo lo contrario de lo que quiere expresar intrínsecamente, es decir, enfatizar algo positivo. Gramaticalmente esto tiene un nombre raro –irrelevante ahora mismo- que es capaz de producir en el inconsciente el efecto contrario al deseado. Es decir, el “no” llama a lo negativo como un reclamo irresistible.
Así que, por pura lógica, los propósitos deberían siempre realizarse en positivo,- asertividad le dicen-, y ensalzar la meta a conseguir ninguneando olímpicamente lo que se quiere evitar. Por ejemplo, en vez de decir: “no voy a volver a tratar aesta persona que me hace daño”, habría que decir: “voy a tratarúnicamente con personas que me aporten bienestar”. O algo así.
¿Parece una tontería simple y fácil? ¡En absoluto! Es muy complicado pensar siempre en positivo, estamos demasiado acostumbrados a hacerlo inconscientemente en negativo. Prohibiciones, tabúes, barreras, caminos vedados, vallas de espinos y todo tipo de limitaciones nos han empujado colectivamente a movernos alejados de la parte positiva de la vida. De hecho, creo que la primera palabra que aprende a balbucear un infante es “NO”, antes incluso del típico “ma má”. Y es porque lo escucha continuamente y se le mete en su frágil cerebro y de ahí…para los restos.
Decidí hacer la prueba de esto de “pensar en positivo” hace ya varios años, con resultado “bastante” satisfactorio, pero sé que puedo mejorar el sistema que, por cierto, a poco que lo pienso, es para todos el mismo. Lo que suelo llamar “alquimia emocional” empieza por la “alquimia de las palabras”.
De ahí llegamos a la famosa “Actitud positiva”. Actitud positiva para dar la vuelta a las cosas y poner patas arriba conceptos o situaciones. Actitud positiva para valorar más lo que está por dentro que lo vacuo y superficial de lo que nos hemos estado rodeando. Es tan sencillo como hacer la lista íntima y “secreta” de lo que REALMENTE queremos que sea nuestra vida dejando de lado las trampas sociales que nos llevan a comportarnos de una forma que, en muchísimas ocasiones, va en contradicción con nuestra más profunda esencia, pero que nos sentimos débiles para enfrentar.
Quizás el fin de semana nos apetezca más un paseo por la naturaleza que una cena con ruido y aturdimiento. Tan sencillo como en vez de expresar: “no quiero salir de fiesta”, decir “voy a dar un buen paseo por el monte”. Acaso estemos deseando disponer de unos días libres para reposar en silencio junto con nuestro interior cansado de pelear. En vez de decir: “no soportoel ruido”, decir “me voy a rodear de silencio”. Y si acaso suspiramos por dormir solos o abrazados a alguien y en ninguno de los dos casos seamos capaces de realizar nuestro deseo, de dar rienda suelta a nuestra voluntad, siempre será mejor recibido en vez de un: “No quiero estar contigo”, un : “me vendría mejor estar sola”.
Mi actitud positiva la pongo a prueba intentando escribir –y sentir lo que escribo- durante un folio entero sin haber utilizado la palabra “no” más que para recordarme que mi vida se sustenta en el “sí”. Y me va bien, diga lo que diga el Gobierno.
En fin.
LaAlquimista
https://www.facebook.com/laalquimistaapartirdelos50
Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com