Se acaba el mes de Mayo y sigo viva y moderadamente feliz. Este manifiesto no es una boutade de las que a veces se me escapan sino una reflexión que ha durado por lo menos el tiempo de escribir este post. Porque en un mes –y en un minuto- pueden pasar cosas tan importantes como para cambiarte la vida.
Esa mamografía rutinaria que hay que repetir y acompañar de una ecografía y que muestra una “cosa” a la que estremece darle nombre. La tensión y la ansiedad previas al suspiro de alivio…
Esa carta –sí, una carta escrita en papel y metida en un sobre- que anuncia la sentencia definitiva de una relación. Sin tribunal ante el que apelar, sin abogado de oficio ni sumario previo, sin posibilidad de pagar una fianza…
El frenazo in extremis de un conductor despistado que irrumpe en un paso de cebra en curva y que eleva hasta el límite la presión arterial. El susto y el disgusto consiguiente por no percibir ni siquiera un gesto de disculpa…
El amigo que se convierte en ex amigo llevándose cariños y secretos y dejando en su lugar el sabor del acíbar del mero desagradecimiento…
¡Cuántos vaivenes da la vida, cuántos sobresaltos nos depara! No hay día en que deje de ocurrir algo definitivo, anecdóticamente cruel, absurdo o hermoso. ¿Quién se libra de ello?
La salud y el bienestar de los seres amados, vigas maestras del equilibrio emocional; las penas de los amigos que se infiltran por las rendijas del corazón; algunos abrazos rotos que todavía se sienten en la madrugada…
Treinta y un días de Mayo y el olor de la crueldad, el ruido de las bombas, el clamor de los heridos, los gritos de quienes se ahogan en el mar huyendo de otra muerte. Un mes –otro más- lleno de injusticia y desigualdad que unos disfrazan de caridad poniendo cajones en la puerta de los supermercados para lavar la conciencia con unos cuantos kilos de legrumbres o macarrones de marca blanca.
Un mes en el que han muerto mujeres asesinadas, niños masacrados, hombres inocentes; un mes en el que han nacido bebés fruto de la esperanza y de las violaciones, seres condenados de antemano a su destino de caprichos sin fin o de pobreza irredenta.
No pasa nada, es un mes más. Algunos habrán dormido cómodos y otros solitarios y tristes. Los hospitales rebosantes de enfermos de todo tipo, los bares y restaurantes, también.
Mi perrillo duerme sin conocer cómo es el mundo que le rodea, tranquilo a mis pies, seguro de su cuenco de comida y sus paseos entre la hierba del barrio. Él no piensa, o al menos yo creo que no piensa, arrogándome el privilegio –tan humano- de acaparar ideas y actos conscientes.
Miro el calendario y sé que hay que cambiar de hoja ahora. Un gesto inane que nos lanza al futuro, a la incógnita del mes de Junio, al dolor que llegará para algunos y las alegrías que se inventarán desde los más pequeños gestos de cariño para llenar el corazón… que falta nos hace a todos.
En fin.
LaAlquimista
https://www.facebook.com/laalquimistaapartirdelos50
Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com