Hola amiguitos lectores, soy “ el conejito viajero “, ya sabéis, el émulo del enanito de Amélie que viaja con Alqui desde hace años un poco apretado en el bolsillo exterior de su mochila de flores.

 Acabamos de regresar de pasar unas semanas en Rajastán, norte de India, y como “la jefa” está con el dichoso jet lag –del que nos libramos los conejos por no llevar reloj- voy a aprovechar que ha dejado el pc abierto por la sección documentos para contar un poco la experiencia desde mi perspectiva de Oryctolagus cuniculus que no tiene por qué ser menos divertida que la de Alqui, siempre dándoselas de ponderada, tan humana ella.

Ella seguramente os contará de sus reflexiones frente a los contrastes de un país donde hay palacios de mármol al lado de chabolas aunque en las postales no salgan más que los primeros; ella sentirá como siempre que tiene que compartir emociones punzantes o igual le da esa vergüenza que el que mucho tiene siente ante quien mucho le falta, así que yo voy a aprovechar su descuido para poner MIS fotos de este viaje, que también tengo derecho a un poco de vanidad conejil.

Veréis que estoy por todas partes menos en el Taj Mahal. Allí ocurrió algo HORROROSO y fue que cuando estaba posando ante el maravilloso mausoleo del emperador musulmán Shah Jahan de la dinastía mogol (esto lo he sacado de la Wikipedia), fui secuestrado por un policía hindú que consideró inaceptable que un “juguete” posara frente a tan esplendoroso edificio. A pesar de las súplicas de Alqui, el policía me llevó con él durante las casi dos horas que ella estuvo dando vueltas por allí y, menos mal, qué miedo pasé, me devolvió finalmente a sus brazos amorosos –esto es un símil poético para compensar el susto que me pegué. Me dio mucha rabia que no se permitiera a un peluchito tan limpio y primoroso como yo entrar en el Taj Mahal, máxime cuando los suelos y jardines estaban tristemente cubiertos por cientos de bolsas de plástico (de las usadas para proteger el calzado y no pisar suelo sagrado) y botellas de agua vacías que nadie se molestaba en recoger. Por los 13€ que cobran por entrar bien podían esmerarse en la limpieza y dejar en paz a los conejos inofensivos…

Por lo demás, he pasado mucho calor y me he mareado en el coche por la forma de conducir como locos que tienen los indios… Además vimos en la carretera a un motorista muerto, estrellado de frente contra un autobús, pobre chico, tan joven, allí tirado con la cabeza reventada ya que llevar casco en la moto lo consideran un lujo o una excentricidad. Vaya día amargado y triste, y ni ambulancias ni nada, tan sólo gente y gente agolpada alrededor del cuerpo, mirando…

Ya sé que estoy siendo un quejica, pero es que todavía no entiendo qué buscaba Alqui en este país tan lejano y extraño, lejos de nuestra casita cómoda y sin sobresaltos. Ella sabrá –y mucho me temo que no me lo va a contar-. A ver si os lo cuenta a vosotros…

Os pongo mis fotos favoritas para que veáis los sitios bonitos que hemos visitado. Las otras fotos, las tristes, las de la miseria y la suciedad, esas no existen porque Alqui decidió que no era una buena idea fotografiar a niños misérrimos ni a personas tiradas en la calle de mala manera. En fin, que donde manda capitán no manda marinero…ni conejito viajero.

Un beso y ¡hasta el próximo viaje!

 “Conejito viajero” (famoso en el mundo entero)

 Por si alguien desea contactar:

(Os pongo el email de Alqui de siempre)

 apartirdeloscincuenta@gmail.com