Este podría ser un buen título para el resumen (que no biografía) de mi vida. Ya desde que era demasiado pequeña aprendí lo que significaba la decepción de ver una ilusión prometida que se desvanecía detrás de excusas y razones. Empezó la cosa con lo de los reyes magos –luego supe que es el Rubicón de la mentira, la iniciación en el mundo adulto de la falsedad institucionalizada. Te prometían algo que no siempre se cumplía y, siendo como era una mentira podrida…!te echaban la culpa a ti! Buen truco, si señor. Si no te han “echado” la bici será porque no has sido suficientemente buena…

De las promesas que me hicieron mis padres y no cumplieron prefiero no hablar aquí. Mi padre ya no está y a mi madre ya le he hecho suficientes reproches a lo largo de la vida, así que lo dejo correr. Sobre las promesas que me hicieron los hombres que me amaron y a los que amé prefiero correr un tupido velo; total, a estas alturas, vete a saber en qué garitas estarán haciendo guardia. También yo les prometí algo a ellos y no lo cumplí y se me ocurren doscientas excusas que fueron compartidas en su día. Dejémoslo estar.

Pero lo que ya no acepto es que se me haga una promesa en el día de hoy y justo mañana se incumpla; en caliente, sin anestesia, a estas alturas de la película lo considero inaceptable. Bueno, pues me ha ocurrido ayer mismo como quien dice. Quizás sea una tontería a la que le estoy dando demasiada importancia, no sé, lo cuento para no quedarme buscándome el ombligo. (Quieta parada, mujer, que vas a meter la pata, que te olvidas de las veces en que tú misma prometiste algo y luego te parapetaste detrás del sentimiento o la razón cuando no ya no te interesó o no pudiste cumplir, calla y no levantes la liebre, que a ti también te falta autoridad moral para reclamar)

Hoy me toca vestirme con la última promesa que me han regalado y que –me temo- se va a pasar de moda antes de que acabe el verano; de hecho, me parece que me queda un poco pequeña, que me aprieta en la sisa y me hace un gesto raro, así que… la voy a guardar en el armario y voy a buscar mi propia ilusión, me voy a hacer el regalo de algo que pueda y quiera cumplir, que una ya no tiene edad para creer en los reyes magos aunque se sienta tentada a ello.

En fin.

LaAlquimista