En silencio desde mi ventana brillas sólo para mí, el guiño sensual entre nubes velado. Llena de la voluptuosidad de la que se viste la amante que sabe va a ser amada, pero todavía no. Espera, dulce espera…
Una brisa fresca del monte se desprende para regalar el primer escalofrío, la amante que hay en mí, en toda mujer viva, se despierta en mitad de la noche y sonríe con todos los motivos precisos…
La cortina se agita suavemente perfilando una sombra o quizás inventándola, quizás tan sólo el último recuerdo, tanto da a esta hora mágica en que el deseo no quiere dormir, apurando la noche, buscando un susurro perdido entre las sábanas…
Vuelve el aliento como un recuerdo y el olor de tu pecho, inconfundible ya para siempre, ese refugio abierto a todas las tempestades, incluso a las mías que tanto protegiste un día…
Con los ojos cerrados cuento tus pestañas, recuerdo el número exacto. Y nada ha cambiado desde la última noche de luna llena en que también te soñé, todo perdura en la memoria de la piel que guarda aromas escondidos y los deposita, suavemente, sobre mis párpados encendidos cual beso infinito que se regala cada vez que venga la luna a hacerme soñar…
Hasta el mes que viene, luna mía. No dejaré de esperarte con el sueño en los labios… tuyos y míos.
En fin.
LaAlquimista
Foto: Amanda Arruti