Coincidiendo con su quincuagésimo aniversario mi amigo Ricardo ha decidido deprimirse un poco porque no está bien visto cambiar de década pegando saltos de alegría (eso piensa él y no sabe lo equivocado que está). Cuando le llamé para felicitarle por haber conseguido sobrevivir a tantos litros de güisqui y a quintal y medio de cigarrillos rubios –amen de treinta años de trabajar como un bestia-, después de las tonterías de rigor se me puso serio y me espetó:
-“Dime la verdad, Cecilia, ¿voy a tener sexo a partir de ahora?”
Y como imaginé que estaba de cachondeo –y con el tercer o cuarto copazo entre pecho y espalda- le contesté “la verdad puramén” para que no me creyera nada de nada. A saber: que después de los cincuenta hay sexo únicamente si… si a los cuarenta y nueve lo has hecho más de 56 veces al año –es interesante llevar la cuenta, para no despistarse. Que después de los cincuenta hay sexo si tienes “enfrente” a un ser humano que te “pone” pero mucho, mucho. (No hace falta que sea el amor de tu vida, con que sea alguien con quien se pueda hablar antes, durante y después ya vale). Cuando se cumplen los cincuenta no pasa nada especial: no es como un bono de Internet que se acaba al llegar al giga –como ésta birria de conexión que me han vendido-, digamos que… baja la velocidad, pero el aparato sigue funcionando.
¡Ojo! ¿Alguien se cree que estoy hablando del sexo a partir de los cincuenta en los HOMBRES? No, no, da exactamente igual que seas chico o chica, si te ha gustado el sexo toda la vida te va a seguir gustando igual, lo que pasa es que no podrás pegarte sobredosis como a los treinta; si tu vida sexual ha sido sana y activa e imaginativa lo seguirá siendo, que es como el andar en bicicleta, que no se olvida una vez aprendido. Si tu pareja ha engordado, probablemente tú también y si a ti te han salido mogollón de arrugas probablemente la parte contraria esté a falta de… muchas otras cosas, pero todo eso se olvida, no pasa nada, se ponen unas velas y un poco de música guay, se sirven unos gintonics en copa de lujo y… a disfrutar que son dos días.
Ahora bien; si te has pasado los últimos lustros haciéndolo por Navidad y en vacaciones no sueñes con que mejore la cosa con la edad. Excepto que cambies de pareja, en cuyo caso se recupera el tiempo perdido en un abrir y cerrar de ojos. Porque un hombre o una mujer con poca, mala o pobre vida sexual no debería conformarse y tirar la toalla sino, si alguna vez los tuvo, recuperar “los días de gloria”, solo o en compañía de otros…
Así que Ricardo, ya lo sabes guapo, búscate una novia –o novio- que te haga aullar con la luna llena, que para esas cosas la edad no importa demasiado hoy en día… lo que hacen falta son ganas y poco más.
En fin. (Estos hombres)
LaAlquimista