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Cecilia Casado

A partir de los 50

Para salir del bucle

Llevamos semanas en modo monotemático. Asombrados, asustados y amedrentados, por este orden. No es para menos, diría un observador neutral,- un extraterrestre, por ejemplo- una pandemia no se da todos los días y hay que hablar de ella a todas horas aunque no seamos capaces de hallarle la solución. Así pues, aceptamos de buen grado recibir toda la información y la desinformación que nos arrojan en forma de avalancha de datos, cifras, estudios, artículos desarticulados, predicciones apocalípticas y teorías conspiranoicas. Ad nauseam.

Es por eso que, desde el minuto uno, desconecté el cable de la antena de la televisión. Sin anestesia. Puse “los aparatos de música” en modo CD y decidí elegir cuáles serían las voces que mejor me vendría escuchar para aliviar la ausencia de presencia humana. He pasado –según el estado de ánimo- de María Callas a B.B.King y de Diana Krall a Cecilia Krull. Cuando siento que las articulaciones me crujen más de lo normal le doy un poco de cuartelillo a un CD de Lou Vega y me bailo el “number five” como si no hubiera un mañana.

Y es que no lo hay, el mañana, digo, porque estamos en un bucle en el que nos vemos obligados a repetir –o casi- los mismos gestos, los mismos actos y a poner las mismas caras consternadas todos los días, desde que nos despertamos hasta que nos volvemos a dormir. Como “Atrapado en el tiempo” aquella de Bill Murray tan divertida. Pero es que esta “película” nuestra no tiene ni maldita la gracia –y el que se la encuentre que me lo cuente, por favor.

Estamos en bucle. Los pensamientos pululan alocados por nuestra mente y se dedican a controlar el estado de ánimo y la conducta. Ellos tienen el control –los pensamientos- y a fuerza de machacar provocan una fatiga emocional y física de muy difícil (di)gestión. Quiero salir a la calle pero sé que no debo salir a la calle. Me siento culpable por querer saltarme las normas y me remuerde la conciencia por pensar con ser insolidaria. Pero quiero recuperar mi libertad. Estoy harta. Vale, me aguanto por mi propio bien y el bien común. Qué aburrimiento, qué pereza hacer repostería, vaciar armarios, ordenar cajones, tirar viejas cartas de amor, desechar fotos descoloridas. Este es el bucle de los pensamientos negativos, quién no los tiene, es humano tenerlos. Se llenan las redes y los grupos de whatsapp de consejos de expertos, trucos infalibles y ayuda llena de humo para paliar esa angustia vital que nos reconcome.

Y yo aplico una vez más mi propia “alquimia emocional”, esa que consiste en ponerme bajo el “cono del silencio” y escuchar lo que mi interior me susurra y me demanda. No necesito libros ni métodos pormenorizados de cómo hacerlo porque siempre me ha bastado con prestar atención a lo que me dice mi propia esencia. O escuchar al corazón, como también se le puede llamar.

Me dejo poseer por aquello que me da calma y tranquilidad; que me seduzcan los placeres conocidos y que aportan seguridad. Sin forzarme a nada de nada y mucho menos aplicarme a aquello que jamás he hecho y que ahora me dicen que debo hacer. Todos nos conocemos lo suficiente como para saber qué es lo que NO queremos vernos obligados a hacer. Tan sencillo como eso.

Para salir del bucle, sé tú misma, sé tú mismo. Así de sencillo.

Felices los felices.

LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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