La tarde silenciosa. | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

La tarde silenciosa.

 

El tiempo sostenido se queda silencioso al otro lado del ventanal donde ya la lluvia se ha vuelto a su casa, medio enfadada como si nadie le hiciera caso, y el viento con ella también ha echado la persiana por el día de hoy. Si mirase el reloj probablemente descubriría que no ha pasado tanto rato desde que volví a abrir los ojos de esa siesta lenta y morosa que me echo cada día después de alimentar el cansancio de mi cuerpo. Pero no miro el reloj, no me hace falta saber que el tiempo se demora y no avanza apenas, que la noche se hará de rogar y cuando llegue me hará el mismo guiño burlón que acostumbra.

Hay un manto de nubes grises que ningún pintor se atrevería a dejar sin matizar; pesadas y quietas parecen esperar a que ocurra algo. Quizás miran lo que ocurre debajo de ellas, traspasando los tejados de las casas y viendo la rutina humana, que adquiere el mismo color que el cielo en las horas cansadas en que las gentes terminan de hacer un trabajo que les desilusiona o empiezan a contar las mismas mentiras de todos los días.

El silencio se instala sin haber sido convocado, tal parece que vecinos y ruidos hayan decidido ignorar esta soledad que gravita alrededor. No son, sin embargo, más que las cinco de la tarde, aun faltan muchas horas para que ocurran muchas cosas. O nada. Como casi siempre.

El libro se ha deslizado desde el regazo en un equilibrio imposible que amenaza con romperse; un gesto rácano lo detiene y devuelve a la mesita donde se miran el cuaderno y el lápiz, tantos días sin usar. La taza de te de todas las tardes se ha enfriado de aburrimiento y la lámpara espera silenciosa a que la mano condescienda con el gesto mínimo para encenderla, como suelo hacer a esta hora en que la oscuridad comienza a surgir desde la cansada melancolía.

 

Nada ocurre y nada se espera que pueda ocurrir para resquebrajar el monótono silencio de la habitación. El teléfono hace ya días que se asfixió y las cartas no llegan a mi buzón. Estoy lejos de todo y ausente de mí misma. Al otro lado de la casa escucho una voz cantar. Dejo el ordenador y me encamino hacia donde me esperan. Eso es hermoso.

En fin.

La vida es la misma aunque esté en Mexico.

LaAlquimista

Por si alguien quiere contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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