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Cecilia Casado

A partir de los 50

Tomarse las cosas como algo personal

Como es bien sabido, aunque lo queramos negar, nos creemos que el mundo gira alrededor de nuestro ombligo y hay que disponer de cuarto y mitad de humildad para reconocerlo. Es por eso que nos sale la susceptibilidad como los granos por comer demasiado chocolate o esas manchas horribles en la piel por abandonarnos al sol.

Nos tomamos las cosas como algo personal pillándonos el ego con papel de fumar y ese es el motivo por el que nos enfurruñamos más veces de las necesarias ya que presuponemos “mala intención” en comentarios o actos ajenos aunque quien los haga ni tan siquiera haya pensado en nosotros en las últimas semanas.

Cualquiera que sepa quién fue Wihlelm Wundt lo verá clarísimo y para quien tan sólo se aproxime al padre de la psicología moderna también se dará cuenta de por dónde van los tiros: inseguridad en uno mismo, falta de autoestima, debilidades personales mal gestionadas y así hasta llenar un par de folios.

Con demasiada frecuencia damos un paso al frente dándonos por aludidos cuando tropezamos con una crítica de un tema que “podría” tener alguna relación con nosotros y si esa relación no es de claridad meridiana se le buscan tres pies al gato para arrogarnos el derecho de refunfuñar o poner a parir a alguien. Diremos que nos han faltado al respeto situándonos en el epicentro de la cuestión, sea ésta cual sea.

Me ha ocurrido en las dos direcciones; es decir, que lo he sufrido como acusación y lo he padecido como dardo envenenado. En el primer caso, me dicen que meto la pata cada vez que escribo un post donde pongo en solfa cualquier comportamiento humano que me llama la atención. Si hablo de parejas que se soportan malamente, siempre habrá algún amigo o amiga que –estando en esa tesitura- se dé por aludido y… ¡se enfada conmigo!

Por el contrario, cuando alguna de mis relaciones deja de llamarme tres semanas seguidas, enseguida pienso que “algo he hecho mal” –es decir, me lo tomo como personal-, sin darme cuenta de que esa persona puede estar viviendo sus peculiares circunstancias por las que no piensa en mí… porque no tiene que pensar.

Luego están los que tienen “mala baba” y disparan con balín y luego ponen cara de no haber roto un plato y dicen… -”¿Quién, yooo?”. Esos son los que piensan que no se les ha visto el plumero; a ésos, ni agua. O como decía mi padre: “No hay mayor desprecio que no hacer aprecio”. Aunque te hayan dado en mitad de la frente, tú, disimula y “pon dientes” como decía aquélla a la que metieron en la cárcel por latrocinio.

Volviendo al tema con un poco más de seriedad. El mejor aprendizaje en la vida –cuando ya llevas muchos lustros a cuestas- es tomar consciencia de que no somos ni más ni menos que nadie y que algunas veces andaremos “sobrados” y otras “escasos” de casi todo.

Así que, como farfullaba Don Corleone: “Mantén cerca a tus amigos y más cerca a tus enemigos”, para no confundirte cuando pinten bastos.

Felices los felices.

LaAlquimista

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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