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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Es el ser humano igual en cualquier rincón del mundo?

 

Esto de moverse en el mapa cambiando de país, de paisaje y del paisanaje “unamuniano” me hace replantearme demasiadas cuestiones que tenía –por asumidas- olvidadas en la cesta de la ropa pendiente de planchar. Por eso dije, al principio de mi periplo mexicano, que había metido un martillo rompe-prejuicios en la maleta y, como no podía ser de otra manera, lo estoy utilizando día sí y día también.

Una de las ideas que más me está gustando desestructurar estas últimas semanas es la de que “el ser humano es igual en todas partes”, cuando hablamos de virtudes y defectos, ambiciones y miserias, sueños y decepciones. Pero la verdad es que eso es imposible de demostrar y mucho más difícil de tener en cuenta si se comparte y habla con la gente común y corriente. No cuenta el diálogo con intelectuales, periodistas, catedráticos o artistas porque éstos hablan para la galería y cuidando el perfil de la foto; más me parece necesario charlar con quien muele café en una tienda de abarrotes o amasa tortillas de maíz en un puesto callejero de comidas. O con la indígena sentada en una esquina de la acera vendiendo las pequeñas figuras coloridas de trapo y fieltro que hace con sus propias manos. O con el taxista que hace catorce horas diarias al volante del auto del que no es propietario o con el que toca el clarinete en la orquestina que inunda una plaza cualquiera de música inarmónica desde que termina la siesta hasta que se acuesta la luna.

No todos los seres humanos luchan por pagar una hipoteca porque muchos no saben qué es “poseer” apenas nada y mucho menos una propiedad inmobiliaria. No todos los seres humanos se mueven por el afán de ir vestidos con ropas de marca y esculpir sus cuerpos en gimnasios “in”. Cuando comparo ciertas actitudes de las ciudades de mi país donde “el más tonto hace aviones” y se cree que es “alguien” porque se deja ver en eventos o “todo el mundo le saluda”, cuando comparo, digo, el ambiente en el que me toca vivir habitualmente, con las vidas sencillas, sin glamour ni ropas caras de otros lugares, de otras culturas, siento que un malestar me invade sin poderlo evitar.

 

¿La gente que me cruzo por la calle en un pueblo mexicano es igual que la gente que me cruzo por la calle en un pueblo español? ¿Compartimos todos la misma y fundamental esencia, somos todos igual de envidiosos, cicateros, hipócritas? ¿Vibramos al unísono y por igual ante la injusticia, el maltrato, el dolor y la villanía?

  La respuesta que me asalta es negativa. Es casi imposible que seamos iguales porque la cultura que nos han imbuido, las normas y costumbres, los afanes y ambiciones no son los mismos. Unos hemos nacido y crecido para triunfar y dominar y otros parece que tan sólo tendrían derecho a comer y subsistir. Absurdo. Ridículo. Estoy convencida de que la mujer de más de cincuenta años que me cruzaré por la calle en cualquier momento, vive para los suyos, sus hijos y nietos, sus padres ancianos si los tiene, su casa y su familia. Y no se preocupa tanto –como nos preocupamos otras- de trascender al ser humano en su propia esencia y teñir de espiritualidad unos meses al año de la propia vida para “dar sentido a la vida”. O de vestir bien, tener amigos importantes, ir a los sitios de moda, que sus hijos sean “alguien” y sus nietos jóvenes emprendedores.

 Yo soy diferente a estas mujeres indígenas de ojos impenetrables y sonrisa escueta. Y, por supuesto, ni se me ocurre pensar por un sólo instante que soy mejor en nada. Y ése es el tema… que si lo pienso bien de lo único de lo que me puedo vestir es de…humildad.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

Fotos: A.Arruti

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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