Desde la fatídica mañana del 7 de Octubre en que los terroristas de Hamás llevaron a cabo una terrible ofensiva contra enclaves israelíes, matando y secuestrando de forma indiscriminada a la población civil, ancianos, jóvenes y niños, se han derramado esos famosos “ríos de tinta” que van paralelos a otros tristísimos “ríos de sangre”.

Como en un terrible y distópico juego de “Hundir la flota”, el “equipo contrario” –léase el ejército de Israel- situó todo su potencial armamentístico en posición de ataque-destrucción y, una vez más, como en Irak o Ucrania, los ciudadanos del mundo nos hallamos  atónitos presenciando una guerra retransmitida en directo, según le interese al aparato propagandístico de cada uno de los contendientes. Y con anuncios, faltaría más.

A día de hoy sigue habiendo en el mundo casi una treintena de conflictos armados, siendo los más conocidos los más cercanos a nuestra órbita peninsular. Si no los numero es por espolear a mirar en Google y que quien no los conozca se eche las manos a la cabeza. O no. O vete tú a saber, que la desinformación sigue campando a sus anchas por el 5G y las antenas parabólicas. Pero ahora mismo la que nos ocupa –la que copa el prime time de las televisiones- es la que enfrenta a Israel con Hamás. A ver, maticemos esto que es muy importante. ISRAEL vs HAMÁS. NO Israel vs Palestina, que es demasiado fácil “confundir la parte con el todo”, esa figura literaria llamada sinécdoque que amplía territorio en la interpretación real de la vida misma. No deberíamos olvidar el detonante último del conflicto: el 7 de Octubre de 2023, HAMÁS retoma acciones bélicas contra intereses israelíes, en una guerra que lleva muchos años dando bombazos por una parte y por la otra.

Pero parece que ahora todos hablamos de si “los buenos” son los unos y “los malos” son los otros. Como si esto fuera un “derby” de fútbol, a ver quién le mete más goles al vecino –o le causa más muertos con sus bombas-.

En una guerra no hay “buenos y malos” como en las películas del Oeste. En una guerra siempre hay lo mismo: humanos que se matan entre sí de todas las maneras posibles. Humanos armados que asesinan en nombre de “ideales”, dirigidos desde suntuosos despachos por líderes que se odian sin paliativos aunque a veces salgan en la misma foto dándose la mano.

A mí –sinceramente- esto del bien y del mal me ha traído de cabeza desde que tengo costumbre de pensar y plantearme las cosas. Hubo un tiempo en que buscaba en el pensamiento filosófico una respuesta que me convenciera; desde Rousseau hasta Cioran pasando por Hobbes y todos los teóricos que aportaban opiniones y pensamiento crítico intentando diseccionar la naturaleza humana. También hubo un tiempo en el que creí que la religión tenía algo que ver hasta que comprendí que están todos en el mismo saco.

Al final, después de décadas de leer libros y ver noticias, he llegado a mi conclusión personal e intransferible. He conseguido tener una opinión –la mía- que es tan válida y a la vez vulgar como la de cualquiera de los miles de millones de seres humanos que pueblan el planeta.

No hay “buenos y malos”. Únicamente “malos”. Los que matan son malos. Como se lo explicarías a un niño de cuatro años. Fin de la cita.

Felices los felices, malgré tout.

LaAlquimista

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