¿Qué hacer con quien no tiene interés por la vida? | A partir de los 50 >

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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Qué hacer con quien no tiene interés por la vida?

 

 

Todos conocemos algún caso. De cerca o de lejos, le hemos seguido la pista a alguna persona que ha tirado la toalla anímicamente y no tiene más discurso que el de “ya no tengo ganas de vivir más”.

Obviamente, si yo fuera profesional de la medicina y hubiera hecho el juramento hipocrático, no me plantearía duda alguna el hecho de intentar ayudar, animar, consolar o vitalizar en la medida de lo posible a esa persona enferma de ausencia de ganas de vivir, enferma del alma. Pero como mujer sana, vitalista y con un cuerpo entero que alberga un alma también sana, no puedo hacer sino  observar, comprender y aprender de esos seres humanos que quieren apearse del tren vital antes de llegar a la última estación.

Si fuera psicóloga, psiquiatra, filósofa, humanista o simplemente socióloga de bolsillo tendría al alcance de mi comprensión una o varias teorías que explicarían y justificarían el comportamiento descrito. De manual, vamos.

Pero tan sólo quisiera comprender desde mi óptica humana–alejada de toda formación academicista- cómo y porqué tantas personas que aún no han agotado su cauce vital, jóvenes incluso, miran salir el sol cada mañana y cómo se pone cada tarde, sin que en el intervalo se les mueva ni una sola pestaña para hacer algo con su propia vida.

Estas personas que, repito, no están enfermas del cuerpo ni de la mente sino lejanas a su propia alma, hacen girar el reloj vital alrededor de su propio espacio. Cerrado, claustrofóbico a veces, alejado del amor hacia los demás y hacia sí mismas, un espacio umbrío hasta el que no pueden entrar los rayos del sol, los rayos de la vida, porque ellas mismas así lo han decidido.

No hablo de personas depresivas, ni con trastornos bipolares, ni neuróticas, ni con ninguna patología clínica. No. Hablo de las personas a las que les da lo mismo “arre que so” o que el mundo esté a punto de estallar, siempre y cuando no se tambalee su precario equilibrio y no se rompa ese hilo que les mantiene unidas a sí mismas, dentro de una órbita individual y carente de oxígeno.

Hablo de personas egoístas, terriblemente egoístas, que no piensan más que en su devenir cotidiano dentro de un mundo que no aceptan, pero del que todavía forman parte. ¿Qué hacer con ellas?

Y para que no sea una preguntar retórica, me la responderé a mí misma en pocas palabras. Nada. No habría que hacer nada más que dejarlas en paz, en su mundo, respetarlas en su decisión y comprender que tienen que tener motivos que se nos escapan –y que no son de nuestra incumbencia- para comportarse de tal manera.

Probablemente, el Universo y sus paradojas les hará vivir hasta los cien años…

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

Laalquimista99@hotmail.com

 Foto: Amanda Arruti

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Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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